El nuevo ritual de ‘congelar’ la comida en una fotografía

Parece la acción más inofensiva: sacar el teléfono, ponerlo en modo de cámara y fotografiar el apetitoso platillo. Sin embargo, muchos chefs han empezado a incomodarse por eso.

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En Estados Unidos, varios chefs conocidos han prohibido el uso de cámaras, flashes y trípodes en sus restaurantes. En el resto de América, cocineros y meseros coinciden en que ha habido un aumento de “fotógrafos aficionados”que ahora capturan la imagen del plato que les sirven antes de comérselo.

Pero la mayoría se lo toma con humor. La mayoría. Porque hay excepciones.

Un caso es Tomás Olivera, reputado chef del restaurante CasaMar, en Chile. Cuando es él quien sale a comer fuera lo molesta mucho que sus acompañantes echen mano de sus celulares y se dispongan a tomar fotos de sus platos recién llegados a la mesa. “No es que esto me arruine el almuerzo, pero ahora pareciera que no puede empezarse a comer sin antes poner el teléfono en modo de cámara”. Como comensal, opina que “es una lata cuando llegás a un lugar con hambre, y las personas que están en la mesa pretenden que esperes para sacarle una foto a todos los platos, incluso al tuyo”.

Es una moda. Es la obsesión por subir la imagen a Instagram, Twitter o Facebook lo antes posible. “Está bien si las personas quieren mostrar lo que están comiendo. La mayoría lo hace para transmitir una experiencia, pero ojalá trataran de ser lo menos invasivos posible”.

La falta de consideración por las mesas vecinas ha escalado tanto, que en Nueva York, Sidney y Toronto, hay chefs que ya prohibieron el uso de cámaras en sus locales.

En algunos, como el Seiobo (Australia) o el Shoto (Canadá), incluso hay “policías contra flashes ”, según publicó The New York Times.

“Esta moda ha adquirido proporciones épicas. Todos quieren su foto y no les importa si eso afecta a las personas que están alrededor”, comentó Steven Hall, portavoz del restaurante francés Bouley, ubicado en Manhattan. “A fin de cuentas, estar tomando fotos perturba el ambiente. Es la verdad”.

Sin verguenza

Hay personas que se suben a su silla para captar la imagen en picada y otros más perfeccionistas llegan al punto de instalar pequeños trípodes en la mesa para lograr el mejor ángulo del plato. Por eso los detestan los chefs citados por The New York Times.

Claro, las opiniones son tan diversas como los gustos. Hay expertos culinarios que más bien se sienten halagados cuando encuentran la foto de una creación suya en Internet y leen los comentarios que coloca la gente.

“Me gusta encontrar los comentarios que escriben otros. Es como un feedback . La gente que no tiene la oportunidad de visitar mi restaurante al menos puede ver lo que hacemos a través de las redes sociales”, expresa Matías Palomo, de un restaurante llamado Sukalde, en Santiago de Chile.

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Más allá de las aplicaciones y los filtros que se han hecho populares para hacer buenas fotos de platillos, en Nueva York, la moda de captar imágenes de lo que llega a la mesa del comensal, está alcanzando niveles insospechados.

La fotógrafa Valery Rizzo ofrece clases para convertirse en un experto de la fotografía gastronómica solamente usando el iPhone u otro teléfono inteligente. Esta profesional cobra $100 por un par de lecciones en las que, asegura, comparte todos sus secretos con los aficionados.

Cada quien busca cómo hacer su dinero. Y tal parece que las semillas lanzadas por Rizzo cayeron en tierra fértil... porque ya no basta con hacer la foto para antojar a los amigos virtuales. Ahora hay que saber hacerla bien.