El ‘más allá’ de Hugo Chávez

El omnipresente mandatario desea ser inmortal. No importa cuán golpeado esté por el cáncer. Sigue ahí, asido a un cordón umbilical entre la vida y la muerte. ¿Le dará tiempo para un nuevo mandato?

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Hugo Chávez Frías sabe que morirá pronto. Por más populista, demagógico y showman que sea, este venezolano originario de la ciudad de Barinas no tiene un ápice de tonto. El cuerpo se lo está gritando desde hace un año, cuando se le detectó un cáncer cuyo “nombre y apellido” no se conocen oficialmente. Eso sí, todo apunta a que se trata de una variedad voraz, con el potencial de acabar con el comandante, de 57 años, en menos tiempo del que él quisiera.

Los médicos cubanos que lo tratan se han encargado de guardar muy bien el secreto de su estado y de mantenerlo en pie a punta de fármacos muy potentes para controlar el dolor. Fue algo que Chávez logró a cambio de los 100.000 barriles de petróleo que les regala cada día y de una amistad de años con los hermanos Fidel y Raúl Castro.

Pero su maltrecha figura, tan mediática en otros tiempos, así como la drástica disminución de sus apariciones públicas y sus discursos, indican que con él las cosas ya no andan tan bien. Definitivamente, no es el mismo.

Entre 1999 –año de su ascenso al poder– y el 2010, se emitieron 1.300 horas de cadenas con discursos protagonizados por el gobernante. Sin embargo, en lo que va de este año, las intervenciones presidenciales apenas sobrepasan las 30 horas y no se cree que superen las 75 al final del 2012 (el promedio en su primera década como mandatario, fue de 130 horas anuales). Las redes sociales –especialmente, Twitter– le han permitido mantenerse presente durante sus frecuentes y cada vez más prolongados internamientos en Cuba . Por medio de sus tweets, Chávez se ha convertido en el único vocero autorizado para hablar de su enfermedad y para administrar su país a distancia.

Antes de que el cáncer se le atravesara en el camino, el comandante apenas dormía tres horas diarias. Viajaba constantemente a los países amigos de su régimen (Siria, Irán, Bolivia...) en el Airbus A-319 de uso personal y tomaba hasta 40 tazas de café diarias.

Mas tal parece que le llegó el momento de hacer un alto. “Estoy aquí asumiéndolo y así lo confieso al país. Lamentablemente, no seguiré siendo el caballo, a veces desbocado (...), prefiero la fuerza del búfalo antes que la del caballo. (...) Ahora estoy trabajando según manda la ley: ocho horas diarias, descansando, siguiendo una dieta”.

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Dispuesto a todo

Aferrado al poder desde hace 13 años, el mandatario aspira a ganar las próximas elecciones. Él mismo adelantó la votación de diciembre al 7 de octubre próximo, en un evidente signo de apuro por ver materializado su tercer ascenso al Palacio de Miraflores, la residencia presidencial.

Justo un año después del anuncio oficial de su enfermedad, el pasado 11 de junio el presidente llegó en camión al Consejo Nacional Electoral (CNE) de la República Bolivariana de Venezuela –nación con más de 28 millones de habitantes–, y presentó su candidatura presidencial para el período 2013-2019.

Su figura se levantó sobre las multitudes en la Plaza Caracas, ubicada frente al CNE, donde sus seguidores lo vitoreaban con pasión.

“¡Uh ah, Chávez no se va!”, gritaba la gente poseída por el magnetismo que –duélale a quien le duela– todavía desata su figura, envuelta ese lunes en un traje deportivo con los colores de la bandera venezolana y coronada con su tradicional boina roja.

Traía el rostro hinchado y los ojos cansados, pero intentó demostrar una fuerza física que ya no tiene porque se le ha escapado entre cirugías y sesiones de radioterapia y quimioterapia en Cuba.

Pero no importa. Hugo Rafael Chávez quiere que su nombre quede ligado a dos decenios de la historia de Venezuela, país geopolíticamente estratégico que él mismo se ha encargado de dividir entre quienes aborrecen su mesianismo enfermizo y quienes adoran al hombre que se hace llamar “el segundo libertador”, después de Simón Bolívar. Para cumplir ese deseo, aún le falta un período de seis años. Y justo en la plenitud de su vida –en una nación donde la expectativa de vida es de 74 años–, le llega este cáncer.

Contrario a lo que algunos creían –especialmente, los opositores a su régimen–, Chávez pasó de ser un presidente enfermo a ser un presidente mártir. La evolución de su salud es seguida por todos como si se tratara de una telenovela venezolana. Este imprevisto también abre el debate sobre una posible sucesión. Suenan muchos nombres; desde el de alguna de sus hijas o el de su hermano mayor, Adán, pasando por el canciller Nicolás Maduro y el vicepresidente Elías Jaua, hasta llegar a la temida figura del teniente retirado Diosdado Cabello.

A correr antes de...

Es muy posible que, debajo de la mesa, la sucesión sea un tema en acalorada discusión ante el avance del cáncer . El tumor maligno apareció primero en la pelvis. El 16 de octubre, el semanario mexicano Milenio publicó una entrevista con el connotado médico venezolano Salvador Navarrete, quien se dejó decir lo siguiente: “(...) él tiene un sarcoma, un tumor de muy mal pronóstico, y estoy casi seguro de que esa es la realidad”. Navarrete abandonó Venezuela no sin antes ser calificado de “vil mentiroso”.

Más recientemente (10 de abril anterior), el diario español ABC de Madrid, conversó con el doctor José Rafael Marquina, internista venezolano. ABC asegura que Marquina tuvo acceso a informes de primera mano sobre la salud del presidente.

“Chávez tiene un tumor cancerígeno que ha hecho tres metástasis: en el hígado, en las glándulas suprarrenales y en el área retroperitoneal y la vejiga. Después de que me llamaran para decirme que tenía un nuevo tumor de dos centímetros y que había que operarlo en Caracas, Chávez prefirió hacerlo en La Habana, donde le practicaron la laparoscopía. Ahí vieron lo avanzado del cáncer y decidieron solo limpiarle los bordes necróticos. No le sacaron el tumor de las glándulas suprarrenales dañadas por temor a complicaciones”, reveló el médico.

Una de las hipótesis que circulan es que Chávez, conocedor de su pronóstico, renunciará a la candidatura pocos días antes de las elecciones de octubre, y nombrará a su sucesor para las votaciones. Él sabe muy bien que la Constitución establece que, si el presidente fallece antes de cumplir la mitad de su mandato (tres años de un total de seis), se convocará a elecciones generales; y esto sería terreno para que la oposición haga a un lado a los chavistas: un riesgo que no se quiere jugar.

Por eso, su eventual dimisión a la candidatura le garantizará amarrar la victoria el 7 de octubre y que el chavismo sobreviva más allá de su muerte. Esa es, al menos, una de las hipótesis del analista y asesor político venezolano Federico Boccanera Rugiadi, residente en Costa Rica desde hace un mes. Para Boccanera, “el tipo de poder que ostenta Chávez implica su permanencia indefinida en el poder”. “Él no es inmortal, pero aspira a que su poder pueda durar muchísimos años”, dice este crítico del régimen chavista.

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Por ahora, las encuestas le dan al comandante entre un 5% y un 30% de ventaja sobre su único rival, Henrique Capriles (39 años), a quien se le hará realmente difícil remontar la ventaja de la cual goza su contrincante.

Aunque uno de los puntos fuertes de Capriles es su juventud y lozanía, la astucia con que Chávez ha manejado su enfermedad y controla el país le suman muchos puntos. “Capriles puede trotar todo lo que quiera. Eso no va a convencer a la gente de que es capaz de gobernar el país”, le dijo a la AP Rosa Morales, de 58 años. Morales hacía referencia a la forma en que el opositor llegó al CNE a presentar su candidatura: después de correr diez kilómetros, dando abrazos a sus seguidores. Rosa es fiel a Chávez, gracias a quien ahora vive en una casa nueva, tras muchos años de tener solo un rancho en una de las colinas más pobres de la capital.

Vivir y vencer

“Venimos de milagro en milagro, y estoy seguro de que, con la ayuda de Dios, seguiremos viviendo y seguiremos venciendo”, gritó Chávez desde un palco el día en que formalizó su inscripción. Precisamente, su lema de campaña es “Viviremos y venceremos”, que sustituyó a “Patria socialista o muerte”.

“La muerte de Chávez no sería la muerte común del resto de los mortales. Él no es ni hombre de familia ni hombre de amigos. Su principal ser querido es el poder”, asegura Boccanera.

También el escritor Carlos Alberto Montaner cuestiona: “¿Puede Chávez dejarle a un albacea el encargo post mórtem de que continúe ejerciendo la filantropía revolucionaria con Cuba, Nicaragua, Bolivia y otros estados pedigueños? (...) ¿Quién va a reproducir ese comportamiento dadivoso para cultivar su gloria tras su muerte?”

Resistir a ese desenlace tan común para la demás gente, parece ser su mayor afán: ‘Tengo fe en Dios, en Cristo mi Señor, en la ciencia y en la voluntad de vivir para seguir batallando por este país. Porque, ¿sabes?, esta vida y lo que me quede es para darle y servirle cada día más a mi país...’”.

Artículo escrito con información de EFE, AP, Reuters, AFP, BBC y los diarios El País, El Mundo y ABC.