El dinero no frenó al Herediano

El campeón nacional dribló un año de afrentas

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Tantas son las decepciones que en un año suman los jugadores del Herediano, sin salarios, sin premios y sin alguien que dé la cara, que la única diversión a la que tienen acceso se vive los domingos en el terreno de juego.

Aunque resulte contradictorio, es en cada partido donde los futbolistas rojiamarillos encuentran un escape a las dificultades que viven desde que Rosa Blen Castro y su hijo, Mario Sotela, asumieron la administración del club.

De la gestión de RBC Radio Limitada, solo existe un punto a favor, y es el título de campeón que sumó el Herediano en el pasado torneo, 19 años después de su última corona.

Claro, no se debe caer en engaños, pues aunque RBC es la que está al mando, fueron los futbolistas , solos y honrados, quienes consiguieron ese pergamino. Es así cómo dentro de la crisis, el futbol resulta el mejor cómplice de este grupo de hombres, quienes no se cansan de demostrar que, en las peores situaciones, el ser humano hace gala de su tesón.

Ejemplo de la entereza con que el camerino rojiamarillo encara sus problemas se dio el 8 de agosto del 2012, en el presente torneo. Ese día, una hora antes del juego que se disputaba en el Ricardo Saprissa, los futbolistas aún discutían en el camerino del Rosabal Cordero si se presentaban a jugar, o si hacían una huelga para protestar por la falta de salarios. La molestia de los jugadores era evidente: muchos no tenían dinero para llevar a su casa, otros no tenían para el alquiler, y a algunos ni les alcanzaba para pagar la gasolina e ir a los entrenamientos.

El Herediano, flamante campeón nacional, vivía peor que un equipo de canchas abiertas. Dicho por Pablo Salazar, capitán y referente del club, era un momento en que debían decidir “si jalaban juntos o si se cruzaban de brazos”.

La decisión fue viajar a Tibás y hacer lo que les correspondía: jugar futbol.

Mientras tanto, Sotela se alejaba cada vez más del club, y, en una decisión inédita para el futbol, dijo a los futbolistas que se ayudaran con las taquillas, pues él no seguiría pagando salarios.

Cada obstáculo abollaba la corona de campeones ganada ante el Santos, pero los llenaba de mística y unión para jugar, lo cual hizo del Herediano un equipo difícil de hincar.

Así sucedió en Salt Lake City, donde el Team, sin plata para comer y muerto de frío, empató con el Salt Lake y se trajo para Costa Rica el pase a los cuartos de final de la Concacaf.

Otro logro cocinado con orgullo y tesón que puso al Herediano en la boca de todos; otro logro conseguido en la cancha de futbol, el único lugar donde se sienten felices y plenos.

José Luis Rodríguez

revistadominical@nacion.com