De La Mierda a Jeta Tuerta: Un recorrido por los pueblos con nombres más extraños de Costa Rica

En el país existe una gran variedad de pueblos cuyos nombres pueden desde sacarle una risa hasta dejarlo en el desconcierto absoluto. Sea en la playa o en medio de la montaña, sus vecinos se ríen y viven mejor de lo que se creería . ¿Se atrevería a conocerlos?

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¿Se imagina estar buscando en un pueblo desconocido a una persona y cuando pregunta a algún lugareño, lo manden a La Mierda?

Antes de enojarse, sepa que eso es posible que le suceda en Cañas Dulces de Liberia, Guanacaste, pues muy cerca de allí se encuentra un peculiar pueblo conocido como La Mierda. Sí, La Mierda.

¿Le parece un nombre gracioso? No es el único: a sus habitantes también les genera risa cuando les preguntan si es cierto que viven en La Mierda.

En realidad, ese pueblo guanacasteco se llama Buena Vista Azul y aunque sus pobladores lo llaman así, su sobrenombre es tan particular que no hay forma de que fuera del barrio les dejen de llamar por su apodo. De hecho, encontrar este barrio es bastante sencillo, pues en la zona todos en algún momento lo han escuchado mencionar y saben cómo llegar.

Aunque sí hay algunos vecinos que se enojan con los chistes sobre el tema, la gran mayoría de sus habitantes toma el nombre de la comunidad como una broma. Prueba de ello es que se hacen llamar ‘los mierdeños’, según relató María Martínez, conocida como doña Juana.

“Cuando yo trabajaba en San José y me preguntaban de dónde era, yo decía que de Cañas Dulces, pero de inmediato me decían ¡ah, de La Mierda! Y esa mala fama ya se esparció, entonces uno tiene que conformarse porque uno se va a morir con el mal apodo. Lo peor es que las que heredan el nombre son las hijas de uno, que están en La Mierda”, cuenta la vecina, de 79 años.

La familia de María Benita Jiménez fue la que fundó este barrio hace más de 100 años. Sus bisabuelos eran nicaragüenses y a su llegada a Costa Rica se instalaron en el pintoresco pueblo en el que tuvieron diez hijos, quienes comenzaron a poblar la zona.

Sin embargo, fue hace aproximadamente 70 años cuando la historia cambió para ese pueblo liberiano. De acuerdo con los relatos de los pobladores, en aquel entonces había un vecino de la zona a quien conocían como Molinita, un hombre muy borracho que pasaba sus días en una cantina de Cañas Dulces.

Al final de la noche, cuando estaba pasado de tragos, Molinita siempre decía que se iba para La Mierda, haciendo referencia a su casa en Buena Vista Azul.

Fueron tantas las ocasiones que Molinita le llamó La Mierda a su barrio, que los vecinos de Cañas Dulces y pueblos aledaños bautizaron el sitio así.

“Yo vacilo con la gente y cuando voy al centro, o al banco, o hacer un mandado, me preguntan por La Mierda y yo les digo ‘vayan, vieran que mujeres más bonitas hay en La Mierda’”, detalla María Benita Jiménez, mientras se ríe.

Este es un pueblo con un clima seco en el que se practica la ganadería y la agricultura de frijoles y maíz. Hay trapiches, una iglesia, una escuela y un parque de juegos. También hay muchos árboles, algunas calles de lastre y por su altura, algunos miradores que permiten observar todo Liberia.

“Aquí es muy bonito, yo aquí nací, aquí crecí y aquí me quedé y la gente que viene le gusta mucho”, añade Jiménez.

Su hermano, Marco Jiménez, de 65 años, señala que La Mierda es un lugar bonito, seguro y tranquilo, que el apodo no le hace honor a su nombre y reconoce que se han tenido que acostumbrar a las bromas que frecuentemente les hacen por vivir allí.

“Aunque sea feo el pueblo donde se nace, uno siempre lo va a ver bonito. Lo de La Mierda es un simple apodo y a uno lo molestan y le dicen ‘¿vas para La Mierda? Y a nosotros nos da risa, lo tomamos como una broma”, relata Jiménez, mientras reposa en una mecedora en el corredor de su casa.

Este pueblo se ubica muy cerca del volcán Rincón de la Vieja, lo que atrae gran turismo a la zona. Allí se encuentran los hoteles Buena Vista Lodge y Borinquen y el parque de aventuras Vandará Hotsprings & Adventure.

Según explica el joven Sivianny Jiménez, quien justamente trabaja transportando turistas en esa zona, durante la temporada baja transitan por ese sector aproximadamente unos 300 extranjeros por día; mientras que durante la temporada alta la cifra aumenta al doble.

Entre montañas

En Santiago de Paraíso de Cartago existe un pequeño pueblo que cuenta con no más de 20 casas y lleva por nombre Jeta Tuerta.

Así como lo lee: Jeta Tuerta.

Llegar hasta este caserío es un tanto complejo, debido a que se encuentra prácticamente oculto entre el verde de las montañas. Preguntar a vecinos de zonas aledañas tampoco es buena opción, más aún si se trata de los jóvenes, quienes ni siquiera conocen la existencia de Jeta Tuerta.

Sin embargo, el pequeño y pintoresco pueblo existe. Allí se cultiva tomate cherry, chayote, ayote y elote. Los locales comerciales escasean, pero una zona de pesca de tilapia arrebata la atención de quienes visitan el poblado. Además, la ganadería es una de sus principales actividades económicas.

Los hermanos Miguel y Edgar ‘Trino’ Moya han vivido allí por más de 30 años y aunque en un inicio intentaron cambiar el nombre del pueblo pegando rótulos a la entrada, sus esfuerzos fueron en vano pues el cartel siempre se caía.

Ambos se resignaron y ahora vacilan entre los mismos vecinos cada vez que hablan de Jeta Tuerta, su hogar.

“Se llama así desde toda la vida, así aparece en los mapas de Santiago de Paraíso de Cartago, hemos tratado de cambiar el nombre y no hemos podido. De hecho, pusimos un cartel grande que decía La Trinidad, pero diay, quitaron el rótulo y seguimos siendo Jeta Tuerta”, relata ‘Trino’ entre risas.

El origen de este nombre es todo un misterio. Hay quienes aseguran que surgió cuando se construyó la línea del tren que iba hacia Limón y de la que aún quedan rastros.

A sus 98 años, Eduardo Moya es una de las personas de más edad que habita en Santiago y aunque no recuerda el origen de Jeta Tuerta, afirma que desde que él era un niño ese era el nombre del pueblo.

“Ese nombre quedó desde los antepasados que habitaban en Jeta Tuerta. Yo conocía ese punto desde que era un chiquillo. Ahora a mí edad no recuerdo mucho, pero todavía recuerdo que casi no vivía nadie”, dice.

Aunque es un pueblo que ya tiene muchos años de existir, desde hace cinco años ha crecido la población significativamente; antes del 2014 había máximo cinco casas, según cuentan los pobladores más antiguos.

Gerardo Figueroa, un campesino quien vive en la zona desde hace 52 años de la zona, todavía se pregunta a quién se le ocurrió ese nombre tan particular y por más que intenta encontrar la respuesta, no la tiene.

“Es que no va, es decir, no se parece este lugar al nombre, porque es un nombre muy raro”, cuestionó Figueroa.

Jeta Tuerta se encuentra entre montañas, sus paisajes son verdes y la carretera es de lastre. El clima es bastante frío durante todo el año, y la bruma y la lluvia son constantes.

Está en la parte alta de Cartago, por lo que fácilmente desde sus potreros se puede apreciar el centro de Paraíso.

Hay alumbrado público, la señal celular sirve a la perfección y según afirmó Trino Moya, algunas casas ya cuentan con televisión por cable. Además, es muy seguro, aunque para llegar a la escuela, el centro de salud, la iglesia y demás sitios públicos hay que recorrer un par de kilómetros hasta el centro de Santiago de Paraíso. Además, sus vecinos lo definen como un sitio muy agradable.

“Es un pueblo sano porque usted baja a cualquier hora de la noche sin problema. En realidad esto es lo más bonito de Santiago: es un pueblito pequeño pero que tiene lo suyo y para mí es un orgullo vivir aquí, porque yo me crie aquí”, asegura Trino Moya, mientras terminaba de descargar su camión en el que transportaba algunas cajas con tomate cherry.

Como dato curioso, la mayoría de los habitantes de esta zona son de apellido Moya.

Polémico

Es mejor tener una casa sin importar el lugar en el que se ubique a no tener nada, ¿cierto?

Eso es lo que pueden decir los pobladores de Peoresnada, un caserío en el que habitan principalmente ganaderos y productores de piña y yuca.

Este es el singular nombre que tiene una calle de aproximadamente dos kilómetros de distancia que comunica Santa Rita de Río Cuarto con la vía Chilamate-Vuelta Kooper y que más de una controversia ha generado entre los vecinos.

Llegar hasta este lugar no es tan complicado ya que desde el centro de Río Cuarto hasta Santa Rita cualquier taxista, vendedor de lotería o comerciante lo puede guiar hasta este pequeñísimo pueblo.

Eso sí, es posible que al llegar a la entrada de esta calle se sienta confundido o equivocado por un imponente rótulo que dice “Calle El Progreso”, pero no se preocupe, ahí empieza Peoresnada. El rótulo se debe a desde hace algunos años un grupo de pobladores del barrio ha intentado cambiar el nombre.

Según explica Giovanny Morera, presidente de la Asociación de Desarrollo de este pequeño pueblo, el tema del nombre se ha convertido en un dolor de cabeza y ha sido un motivo de discusión en varias oportunidades.

“Un señor fue el que inventó lo de cambiar el nombre. Pero yo como soy un poco bromista les digo a los compañeros que qué importa que se llame Peoresnada, pero ellos insisten en El Progreso y yo les digo que Peoresnada es un nombre único y ellos dicen que no. Pero hasta en los mapas aparece como Peoresnada”, resalta el líder comunal.

Este es un pueblo de clima caliente, con un kilómetro de camino asfaltado y el otro de lastre, con casas pequeñas –algunas son de madera, otras de cemento–, terrenos pequeños y dos asentamientos de campesinos.

No hay pulperías, farmacias, carnicerías ni ningún tipo de comercio, ya que es una zona residencial con casas a cada cierta distancia, que permiten observar las montañas, los árboles y las diferentes plantaciones. Casi no transitan carros y se ven muy pocos vecinos fuera de sus casas.

Aunque se desconoce en que año Peoresnada comenzó a llamarse así, lo que sí puede garantizar Morera es que tiene más de 60 años con este nombre y reconoce que fue un pariente lejano suyo, y de apellido Jiménez, quién bautizó el pueblo.

“En aquella época, ahí eran puros cerros de barro y vivía gente muy humilde, entonces el señor se lamentaba de la situación económica y que la tierra no era muy fértil. Pero como tenía algunas plantaciones y potreros para el ganado dicen que el señor decía: ‘bueno, peor sería no tener nada’ y entonces de ahí salió Peoresnada”, detalló.

Desde aquel Peoresnada al actual, las cosas han cambiado y en la actualidad es una zona que poco a poco se está poblando. Debido a los esfuerzos de los vecinos y a su organización hoy cuentan con los servicios públicos básicos: luz, agua y teléfono.

También están buscando que les asfalten el kilómetro de calle de lastre que les falta, aunque reconocen que este es un proceso lento, pero esperan que todo se acelere posterior a las elecciones municipales.

Entre ríos

Si usted se encuentra en Santa Cruz de Guanacaste y de repente comienza a observar rótulos que dicen El Guapote, no se extrañe.

Antes de llegar a Playa Junquillal y Playa Negra, existe un caserío con este nombre que, según sus vecinos, ha confundido a algunas personas, principalmente turistas, que llegan buscando a los más atractivos del barrio.

“Muchos han preguntado que si es porque la gente de acá es muy guapa”, afirma entre risas Luis Álvarez, uno de los vecinos de la zona.

Sin embargo, el nombre hace referencia un capítulo no tan agradable en la historia del pueblo.

Everardo Matamoros nació en El Guapote y recuerda cuando su padre le explicaba el porqué de este particular caserío, en el que casi no había viviendas.

“Según cuenta mi papá, como antes los inviernos eran bravísimos, llovía demasiado y a ambos lados de este pueblo pasan dos ríos, El Zapote y La Balsa, y como llovía tanto se crecían y se salían, y muchos pescados que eran arrastrados por la corriente se salían y quedaban muertos en los potreros”, relató el sabanero, de 68 años.

Matamoros añadió que los peces que más se vieron afectados en esa época por los fuertes inviernos fueron los guapotes, una especie que según contó ya casi no se ve en los ríos de la zona.

“Cuando yo tenía como siete años, logré ver el montón de pescados en el potrero”, añade.

El Guapote es un pueblo muy pequeño, que se encuentra justo antes de la playa, en donde los caminos son de lastre y la vista panorámica permite observar las montañas y sus contrastes.

Según sus vecinos, este es un barrio tranquilo, que tiene una plaza de deportes y una escuela. Ha habido algunos negocios, sin embargo, no les ha ido muy bien y han tenido que cerrar, principalmente pulperías.

Cuenta con un clima caliente, tanto que se ha convertido en un problema, al igual que en prácticamente todo Guanacaste.

“La sequía aquí está terrible”, asevera Álvarez.

Además, por ubicarse justo antes de la playa se ha convertido en un pueblo turístico, donde tanto extranjeros como nacionales atraviesan el barrio en busca de turismo de aventuras, por lo que es un buen lugar para vacacionar, o al menos para hospedarse.

Cuesta abajo

Si creyó que ya había leído suficientes nombres insólitos, hay uno que falta en esta selecta lista: Bajo de la Caca.

Esta es una pintoresca urbanización cuesta abajo que se encuentra en Tacares de Grecia. En realidad su nombre es urbanización Eduardo Pinto, sin embargo, desde hace algunas décadas es mejor conocida como el Bajo La Caca.

“Este pueblito se empezó a formar hace como 30 años. Era un proyecto del Instituto Mixto de Ayuda Social y cuando se hicieron las primeras casitas, había un señor que vivía en el puro bajo, era un señor bajito y delgadito que le decían Caca Rala y por él empezaron a decir que este es el Bajo de la Caca”, explicó Gilberth Montero, mientras apeaba aguacates en el jardín de su casa.

Según describe María Isabel Chacón, este es un pueblo muy tranquilo en el que hay aproximadamente 80 casas y que “no huele feo”. Además, hay plantaciones de café, caña y chile y se encuentra cerca del centro de Tacares, específicamente después de la escuela Eduardo Pinto.

Posiblemente la primera reacción de los vecinos cuando usted pregunte por este lugar sean muchas risas; de hecho tanto Montero como Chacón disfrutan reírse ante la pregunta del nombre del barrio. No se enojan, ni mucho menos les da pena decir dónde viven; sino que aseguran que cuando se suben a un taxi y le piden que los lleve hasta el Bajo de la Caca, llegan sin ningún problema.

“Aquí pasa mucha gente y nos preguntan si por aquí queda el Bajo de la Caca. Nosotros no nos enojamos, ¿por qué se va a enojar uno? Son cosas que se quedaron así hace muchos años”, detalla Chacón, quien agrega que “hemos gozado con el Bajo de la Caca como nunca”.

Más allá

Si creyó que el Bajo de la Caca o La Mierda eran los únicos pueblos en Costa Rica con un nombre tan particular, se equivoca; alrededor del país existen otros sitios igual de curiosos y llamativos.

Por ejemplo, en Hatillo existe un lugar que se llama Gracias a Dios No Nos Vamos al Río, mientras que en Grecia se encuentran Sapo Triste y Desparramadero. En Abangares está la Zanja de Barro y en Paraíso de Cartago, El Cucaracho.

Así que, si lo mandan al Bajo de la Caca o La Mierda, no lo tome a mal de primera entrada. Haga caso y déjese llevar; al fin y al cabo estar en La Mierda no es nada malo. De hecho, es hermoso.