Cómo espantar a los ‘ladrones de tiempo’

Ahora que apenas comienza el año, es un buen momento para hacer una pausa y preguntarnos cuáles tareas innecesarias nos están quitando tiempo valioso. ¿Cómo evitar la repetida sensación de que a nuestro día le hacen falta horas?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La metáfora que los españoles Lluis Casado y Guy Giménez –expertos en resolución de conflictos en las organizaciones– utilizan para describir su trabajo, es la de un río. En su ejemplo, la corriente representa la vida: empieza a correr cuando se nace y termina cuando se llega al mar, lo que vendría a significar la muerte. Durante este trayecto, dice Casado, “las personas tienden a seguir la corriente. A veces, eso quiere decir que navegan sobre aguas plácidas, pero en muchos casos significa que pasan por turbulencias”.

Una de esas turbulencias es la falta de tiempo para hacer todo lo que queremos. El problema, dice Casado, es que la mayoría de la gente tiende a seguir su trayecto sin pensar que, en períodos complicados, conviene detener la barca, remar hacia la orilla y buscar una solución. Cuando no hay suficientes horas, seguir navegando entre actividades solo lleva a que perdamos el sentido de dirección y que no podamos hacer nada de forma correcta, explica.

Tomar conciencia de eso es justamente lo que promueven estos dos especialistas. Casado y Giménez son psicólogo y consultor de recursos humanos, respectivamente, y se dedican a enseñar cómo sacarle mayor provecho al tiempo. “Cada vez queremos hacer más cosas en el mismo lapso de tiempo. Eso nos lleva a olvidarnos de una premisa básica, que es que ‘todo, simplemente, no se puede’ ”, comenta Casado. Giménez agrega: “Vivimos en un mundo más conectado, lo que nos hace sentir que podemos y debemos acceder a todo. Que si no estamos ahí, nos lo estamos perdiendo y que perdérnoslo está mal”.

Su propuesta va más allá de coordinar cuántas veces se revisa el correo electrónico en el día o cuántas horas dedicar a la televisión. “ Les pedimos a las personas mirar hacia adentro y hacerse la pregunta: ‘¿Qué es importante para mí, y qué quiero hacer con esto?’ A partir de esa pausa, de ese descanso que casi nadie se toma, es que se comienza a adquirir control de la propia vida”, puntualiza Giménez.

Todo ¡no!

Los especialistas están convencidos de que no se puede receta lo mismo a todas las personas y, por ende, no creen en fórmulas mágicas ni en darles a todos un idéntico patrón de tácticas para ahorrar tiempo.

Un ejemplo de esto es que, para muchos, ir al gimnasio puede funcionar como una forma de activarse y de ganar energía para continuar después con otras actividades. “Pero nadie puede afirmar que el gimnasio es la solución para ganar más horas. Aquí la pregunta vuelve a ser ‘¿por qué quiero ir al gimnasio?’. Si es porque, para mí es realmente importante cuidarme físicamente, eso está muy bien”, razona Casado. “Pero si termino concluyendo que para mí significa perder horas en las que realmente quisiera estar con mis hijos o leer un buen libro, entonces no es conveniente”, añade Giménez.

El secreto entonces es tomarse un tiempo para organizar prioridades sobre la base de lo que cada quien piensa y siente. Este proceso nos ayudará a descubrir cuáles son los verdaderos “ladrones de tiempo”, es decir, aquellas actividades que hacemos por presión, más que por gusto propio. En algunos casos, pueden ser reuniones con personas a las que no siempre tenemos ganas de ver, eventos a los que somos invitados pero que no significan mucho para nosotros, o hasta una conversación en la oficina para hablar sobre cualquier cosa irrelevante cuando todavía queda mucho trabajo por hacer. Basta con explicar de forma amable por qué usted prefiere dejar para otro momento esa plática. “Conviene estarse preguntando si esto o aquello me acerca o me aleja de sentirme bien”, agregan.

Esto no significa que los expertos españoles predican un mensaje hedonista de hacer solo lo que produzca el máximo placer. Para ellos, “sentirse bien” es hacer aquello de lo que no arrepentiré más tarde, cuando descubra que invertí mal mi tiempo y ando en apuros por eso. “Si necesito volver temprano a casa para supervisar las tareas de mis hijos, tal vez no sea lo más entretenido, pero es lo que siento que me toca hacer”, sostiene Casado.