Chicharras, pequeña biografía de los bichos del Sol

Las chicharras le dan un acento sonoro a los calores de Semana Santa. En otras latitudes eran símbolo de resurrección; pero en verdad, estas son sus fechas de sexo y muerte

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Cuenta la leyenda que un día George Harrison estaba pereceando en la casa de su amigo Eric Clapton y se percató de la entrada de la primavera. Entonces tomó la guitarra y compuso Here Comes the Sun (Ahí viene el sol). Es una canción lumínica, cantada por un escarabajo –léase un ‘beatle’– pero con vocación de cigarra.

El Instituto Meteorológico dice que, para estas fechas, el sol podría achicharrarnos, en un sentido más de chicharrón que de chicharra. El castigo de radiación ultravioleta está en índices altos o muy altos en todo el país. Los días son más luminosos en esta época del año, lo cual es el mensaje con el que está sintonizado el reloj biológico de las chicharras para salir de la tierra por unas semanas y cantar, como Luis Miguel, cuando calienta el sol.

He aquí la historia de un insecto con una vida pública corta y escandalosa.

Sexo Caliente

Cuentan los griegos antiguos que Zeus le concedió a un tipo muy bello llamado Titón el don de la inmortalidad, pero no el de la juventud eterna. El muchacho fue envejeciendo hasta quedar “seco como una cigarra”, implorando la muerte. A diferencia de Titón, estos animales tienen una vida adulta fugaz, de solo unas semanas.

Eso sí, ninguno de los cascarones secos que encontramos en las hojas es el cadáver de una cigarra, sino que son las exuvias, el “traje” que las ninfas abandonan tras salir de la tierra. Esta es su última transformación hacia la adultez.

Aunque Mercedes Sossa nos instruya: “cantando al Sol como la cigarra / después de un año bajo la tierra”, la realidad es que nuestras chicharras suelen vivir bajo tierra por cuatro años. En Estados Unidos y Canadá hay especies que viven subterránamente por 13 o 17 años.

Solo los machos “cantan”, y las hembras tienen un tímpano con el que perciben las vibraciones en el aire. Entonces, el zumbido que escuchamos por estas fechas es el llamado a una orgía fantástica. Cada quien celebra la Semana Santa como puede.

Incontinencia

Cuenta Humberto Lezama, el curador del Museo de Insectos de la Universidad de Costa Rica, que hay ciertos árboles que son los preferidos por la chicharra. Los leguminosos como el poró y el de guaba son dos de ellos.

Este tipo de insectos tiene una especie de pico que succiona los azúcares de los árboles, y su aparato digestivo se deshace simultáneamente del agua. De ahí que pareciera que lloviese bajo su fronda cuando un árbol está muy poblado de estos bichos. ¿Ha escuchado el dicho ‘orina como una chicharra’?

Hay una creencia popular criolla que dice que hay árboles que lloran sangre conmemorando la crucifixión de Jesús. Mejor guarde el crucifijo y saque la sombrilla: lo más probable es que aquello sean orines de chicharra que se alimentan de un árbol de savia rojiza.

Algunos insectos, al volar, muestran una especie de cola sedosa que oscila con el viento. El entomólogo German Vega, del Museo Nacional, explica que estos son aceites del árbol que la cigarra también ha excretado y que se endurecen con el aire.

Esta es la exhibicionista y corta vida del animal.

En la antigua China, las cigarras eran consideradas como un símbolo del renacimiento. Amuletos de estos insectos eran colocados bajo la lengua de los muertos, supuestamente, para estimular su resurrección.

Esta es similar a la consideración que tenían los antiguos egipcios con el escarabajo; no confundir con otro escarabajo sagrado que sacó su guitarra para anunciarnos que aquí viene el sol.

Corrección: Una versión anterior de este artículo afirmaba erróneamente que Humberto Lezama es director del Museo de Insectos de la UCR.