Catar quiere su Mundial

El primer Mundial árabe será en el 2022.

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Los cateríes, ya se sabe, son personas prácticas. Tras intentar clasificar al Mundial desde 1978, sin éxito, mandaron a volar la clasificación a través de partidos de fútbol y decidieron entrar por la puerta grande: clasificado como el país anfitrión.

El 2 de diciembre del 2010, 14 miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA le concedieron a Catar la organización del Mundial de Fútbol 2022 y, de paso, su primera clasificación a la cita global del deporte rey. Si no puedes contra ellos, úneteles.

En un mundo donde discutimos demasiado si D10S es Messi, fue Maradona o será Neymar Jr., los amantes del fútbol olvidamos con frecuencia que el Olimpo futbolístico no es el Camp Nou o Old Trafford, sino ese salón en Zúrich, Suiza, donde se sienta el Comité Executivo de la FIFA.

Peros mundialistas

Catar quería un Mundial y mandó una carta pidiendo permiso para hacerlo. La FIFA, magnánima como siempre, llamó a su equipo evaluador y le dijo que no volvieran a Suiza hasta tener un veredicto. Y allá fueron.

Catar planea desarrollar el Mundial en 7 ciudades y 12 estadios, 9 de ellos, nuevos. Algunos serán desmontables, y saldrán 22 coliseos para donar al mundo. En el encuentro planetario se planea vender más entradas (2,8 millones) que los ciudadanos que viven en el país anfitrión (1,8 millones).

La temperatura promedio en Catar, durante los meses de junio y julio no baja de 40 °C al mediodía. Los cataríes proponen solucionar el efecto del calor con estadios enfriados con energía solar.

Aparte del cuestionamiento del equipo evaluador –la FIFA no ha probado estos métodos y no sabemos si funcionan– hay otro hecho obvio. ¿Qué pasará fuera del estadio? ¿Enfriarán el país?

Por ahora, la propuesta de pasar la competición al invierno para reducir el efecto de la temperatura está descartada por la oposición de las ligas de fútbol en Europa.

En el reporte del equipo evaluador, Catar era la única de las 9 candidaturas para 2018 y 2022 catalogada con un “alto riesgo” en el rubro de riesgo operacional general. Aparte de Catar, el único aspirante que no tenía un bajo riesgo fue Rusia, con un “riesgo mediano” y casa del Mundial 2018.

Esos son estándares que, al menos en lo deportivo, la FIFA debería revisar. Luego vienen asuntos de derechos humanos, como el hecho de que la homosexualidad es ilegal en Catar.

Por otra parte, el diario británico The Guardian publicó este setiembre que 44 trabajadores murieron entre el 4 de junio y el 8 de agosto de este año. La mayoría eran jóvenes que fallecieron por problemas cardíacos causados por el calor. La investigación reveló condiciones de trabajo casi forzado.

Además, la ley islámica, la Sharia, que rige en Catar, prohíbe el consumo de licor. El Gobierno catarí anunció que ciertos establecimientos autorizados venderán alcohol a los aficionados.

Será en la reunión del 3 y 4 de octubre cuando el Comité Ejecutivo de la FIFA, ese Olimpo incuestionable, decida qué hacer con el Mundial.