¡Bienvenidos al infierno!

Vigilante, anónimo, inmune e impune: El Chamuko es hoy el bloguero más popular y polémico de Costa Rica. El diablo bigotón que condena y denuncia –bajo sus propias reglas– aceptó contar cómo es su confidencial vida “normal”.

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Ahí viene Juan Pérez. Entre este molote de cuatro y pico de millones de ticos pasa inadvertido, sin ningún rasgo físico demasiado llamativo para ser memorable. Y así está bien, así le gusta: esa normalidad suya es el disfraz perfecto para ocultar al diablo que lleva por dentro.

Juan administra un infierno y todos los días le abre la puerta a los pobres diablos que él considera merecedores del baño de azufre. Sus condenas son comidilla en las redes sociales y miles de costarricenses siguen sus revelaciones, cargadas tanto de sarcasmo como de contundencia.

Cosa curiosa: a ese hombre que todo el país lee, muy pocos lo conocen. Si bien dice que la corrupción e incompetencia lo enferman, Juan decidió hace ya algunos años que no se iba a jugar el pellejo para combatirlas. Por eso, se inventó un álter ego, un demonio coloquial, impulsivo y divertido que descabeza títeres desde el blog El Infierno en Costa Rica. Sí, Juan es El Chamuko , lo más parecido a un vigilante enmascarado que este país haya tenido.

Desde luego que Juan Pérez no es su nombre real, pero sí el que usó para referirse a sí mismo semanas atrás, cuando el hombre que vive dentro de El Chamuko accedió a dar una de las dos entrevistas cara a cara que ha concedido desde que se convirtió en una de las voces a escuchar en la blogosfera criolla. Ambos diálogos han sido con periodistas de este diario, y para esta misma revista .

Juan sabe que El Chamuko es influyente... no puede negarlo. Y también sabe que, por ahora, es intocable, amparado en un anonimato que lo cobija con inmunidad o impunidad (depende de a quién se le pregunte). Y Juan es feliz así, dejando que sea el otro el que se lleve tanto las palmas como los madrazos.

Doble vida

Sentado en la soda de una universidad josefina, El Chamuko no despega los ojos del iPad. En la bolsa carga dos celulares, un Nokia “de foquito” que es la línea infernal e irrastreable, y un iPhone, con el que se comunica con aquellos que lo conocen en su vida real, “la 1.0” le dice él. Al contrario de su reciente y teatral entrevista televisiva, en la que se ocultó con un pasamontañas mucho más conservador que el del subcomandante Marcos, a nuestra plática llegó con la cara descubierta, sin máscaras... pero tampoco sin mayores señas personales.

Juan dice ser casado, dice tener hijos, dice ser empleado público y seguidor del buen rock , estilo Guns N’ Roses, Green Day, Metallica, Red Hot Chili Peppers. Dice que aprendió a bailar en Salsa 54, dice que le hace al karaoke , dice que se escapa dos veces al año a Puerto Viejo, que se la juega en Guitar Hero y que es una persona feliz.

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Juan dice todo eso y no queda otra que creerle, pues su palabra es la única prueba de la vida “normal” de El Chamuko. Asegura que si bien hay gente que lo reconoce físicamente como el popular bloguero, ninguno de ellos sabe su nombre, dirección o lugar de trabajo. Y, viceversa, en su ambiente familiar y de amigos, solo su esposa conoce de su otro “oficio”.

Dice ser empleado público de “horario flexible” en un ministerio. Antes formó parte de la planilla del Ministerio de Educación Pública, donde –asegura– denunció irregularidades y por eso fue víctima de persecución laboral. Esa mala experiencia fundamentó su actual posición de no dar la cara.

A sus seguidores parece no molestarles el anonimato de la fuente, y ahí están los números que lo respaldan: en Facebook, El Infierno en Costa Rica suma ya 65.000 almas, mientras que en Twitter, El Chamuko es uno de los costarricenses con mayor convocatoria, gracias a sus más de 13.000 seguidores (para que compare, Rodrigo Arias tiene 2.800, Johnny Araya suma 3.900 y Édgar Silva va por los 10.100).

“No me quita el sueño (que descubran su identidad). A nivel judicial, es lo que menos me preocupa por los delitos que se me podrían achacar. Fui denunciado formalmente un par de veces y las denuncias terminaron archivadas. El problema no es tanto el lío judicial sino el extrajudicial... imaginate al tombo nazi tratando de garrotearte”.

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El tombo en cuestión es Rónald Herrera, un exoficial de la Fuerza Pública que se confesó neonazi y que fue despedido luego de que El Chamuko viralizara fotos suyas con símbolos de esa ideología. Herrera –quien por el escándalo vivió sus 15 minutos de fama– no ha amenazado públicamente al bloguero por exponerlo.

Al revisar las revelaciones hechas desde que puso en línea El Infierno en Costa Rica –hace ya cinco años–, El Chamuko destaca haber dado las primicias de los antecedentes penales del actual presidente legislativo, Víctor Emilio Granados, y la colocación de una hija del exministro de la Presidencia, Marco Vargas, en el servicio exterior, denuncia que, en su criterio, abrió la puerta a investigaciones más amplias sobre los nombramientos de colaboradores liberacionistas en consulados y embajadas.

Se busca...

El Chamuko sabe que lo andan buscando. Su perfil se elevó desde que apareció en televisión y radio y dice estar al tanto de esfuerzos por dar con él.

“Sé que hay un grupo de periodistas investigando quién soy”, me aseguró en otra plática más reciente, precisamente en tiempos en que desde el gremio de comunicadores surgen más voces que critican sus métodos y falta de nombres y apellidos.

En una profesión en la que la firma es el mayor activo, los periodistas empiezan a ser menos tolerantes con el diablo bloguero. Él dice entender la molestia e incluso el que se le exija una ética periodística, a pesar de ser administrador de profesión. Sin embargo, mostrar el rostro sigue y seguirá descartado.

“Guardo mi identidad por un asunto de seguridad propia”, repite como un mantra de justificación el que se ve como “solo un mae más” en redes sociales.

Entre su personalizado manual de reglas, El Chamuko suma al hecho de no revelar su identidad el tampoco meterse en denuncias relacionadas con narcotráfico (“no quiero terminar tirado en el Zurquí”) ni en informaciones de índole íntimo. Sin embargo, semanas atrás “le llovió” precisamente por compartir el enlace al video que convirtió en “celebridad” a la entonces desconocida exvicemi-nistra Karina Bolaños.

Los errores él los relativiza, no siempre coincidiendo con la opinión general sobre su impacto. Al consultársele cómo resuelve las “#peladaschamuko”, dice que ahí está el blog a disposición de quien considere que merece un derecho de respuesta...

Siendo la clase política el blanco tradicional de sus denuncias, su militancia partidista despierta todo tipo de teorías de conspiración. Sobre el tema, El Chamuko dice haber sido un ferviente socialcristiano, hoy decepcionado tras los escándalos de corrupción por los que se condenó a los expresidentes Calderón y Rodríguez.

Si bien asegura ya no tener bandera, el demonio de avatar cachetón y bigotón (foto que confiesa haberse robado de un libro de chistes) ve con recelo lo que sucederá en el 2014.

“A Liberación cuesta encontrarle algo bueno, pero no estoy viendo una oposición fuerte: el PAC se paseó en sí mismo al apoyar al Gobierno con su paquetazo fiscal y Otto Guevara está muy cuestionado. Me preocupa que no se ponen de acuerdo y están prácticamente entregándole el país al PLN”.

La presidenta Laura Chinchilla le parece “una gran persona muy mal asesorada (...) firmeza no le veo, honestidad es relativo... no quisiera estar en las enaguas de esa señora”, y agrega que en este país los que mandan son los magistrados de la Sala Constitucional.

¿Hay algún funcionario rescatable en la actual administración? “Me parece que Miguel Carabaguías, del Incofer, que es muy entregado a su trabajo... fuera de ahí, no meto las manos en el fuego por nadie”.

¿Hasta cuándo?

El Chamuko no le ve una fecha cercana a su retiro. Al contrario, afirma que debería seguirse su ejemplo, con más ciudadanos denunciando a los corruptos, aunque sin entrar en detalles de si también deben hacerlo desde el anonimato.

Mientras tanto, en su “vida normal” pretende seguir sin generar sospechas, sin llamar la atención, sin siquiera abrirse un perfil en Facebook.

Juan Pérez lo sabe, a la gente le hace gracia el personaje. “Yo como Juan Pérez no busco reconocimiento por el trabajo de El Chamuko . No busco fama”.