Bienvenidos  a la relajación

Combatir el dolor  CON SOLO EL PODER DE LA MENTE no es nada descabellado. Esa es una de las tantas posibilidades que ofrece la hipnosis, que se emplea como herramienta más allá de la psicología.

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La imagen con la que se tiende a relacionar la hipnosis es la de una especie de mago que duerme a su paciente con la ayuda de un péndulo que baila frente a sus ojos. Acto seguido, el mago obliga al otro a cacarear como gallina sobre el escenario, lo hace levitar o lo convierte en el inolvidable protagonista de una situación vergonzosa.

Mas la anterior es solo una imagen circense y quizá el peor ejemplo para describir la hipnosis, cuyo uso y beneficios son aceptados y acuerpados por la ciencia, la medicina y la psicología. Es decir, de dormir a la gente y hacerla levitar no se trata la hipnosis, y más bien es un estereotipo del que busca alejarse.

En la actualidad, esta práctica tiene muchas utilidades en diferentes tipos de terapias, tanto en la medicina como en la psicología. Con la hipnosis, se potencian tratamientos para pacientes con ansiedad, depresión, fobias, dolor crónico y eventos traumáticos del pasado, entre otros.

El proceso de hipnosis se logra cuando la persona se halla en un estado mental ubicado entre la vigilia y el sueño. En tal estado, el paciente nunca está inconsciente, aunque sí podría sentirse sumamente relajado.

Cuando estamos despiertos, nuestro cerebro se encuentra en las llamadas ondas beta y al dormir, está en las ondas thetha y delta. Durante un estado hipnótico, el cerebro del individuo entra en ondas alfa, las que están asociadas con la relajación.

Normalmente, una persona alcanza las ondas alfa al menos dos veces al día: en los instantes en que comienza a dormirse y en el momento en que está a punto de despertar. Dicho estado se caracteriza por una disminución en el ritmo respiratorio y en el pulso, lo mismo que sucede cuando se practica meditación o yoga.

Resulta fácil identificar esos momentos, pues también suceden, por ejemplo, al quedarse absorto viendo una película o leyendo un libro o, simplemente, cuando se está pensando en algo con tal concentración que todo lo demás parece desaparecer.

En este estado, el cerebro es más receptivo a recibir sugestiones, que son el principio fundamental de la hipnosis.

Una sugestión es una serie de sugerencias que invitan a la persona a crear cambios en su percepción o su pensamiento. Con su ayuda, es más fácil variar conductas indeseables, como la adicción a una sustancia, o lograr que la persona deje atrás patrones emocionales que busca superar.

Hay diferentes tipos de sugestiones: las visuales, sensoriales y las cognitivas. Para manejar casos de dolor, podría recurrirse a algunas metáforas que le den forma y tamaño a esa sensación molesta, lo cual facilita la labor de disminuirlo. En otras ocasiones, se realizan “tareas mentales” para visualizar de forma positiva la confrontación de problemas.

Un método frecuentemente usado para inducir la hipnosis con sugestiones es la técnica de visualización, que remite al paciente a imágenes llenas de paz, como la playa o la lluvia, que se caracterizan por sonidos cíclicos y repetitivos.

Alivio para el cuerpo

La hipnosis es cada vez más común para reducir el dolor, sea este agudo (de corta duración) o crónico, como sucede en casos de pacientes terminales.

Los muchos tabúes y mitos que acompañaron a la hipnosis en sus inicios –y que le dieron fama de truco de feria o acto de ocultismo– han sido los responsables de que esta herramienta no forme parte, con mayor frecuencia, de los tratamientos médicos habituales.

Sin embargo, el uso de la hipnosis para aliviar el dolor cobró importancia cuando la comunidad científica comprobó que, con entrenamiento, el cerebro del 20% de las personas es capaz de “crear una anestesia” que elimina la señal del dolor, mientras que de un 40% a un 50% logra la analgesia o reducción significativa de esa señal, aunque tal vez no su desaparición completa.

Esto demostró que la hipnosis no produce un mero efectoplacebo sino verdaderos cambios en el procesamiento de la señal del dolor a nivel del cerebro. Abundan los ejemplos de pacientes que se enfrentan a una cirugía quirúrgica y son abordados con métodos hipnóticos.

Por otra parte, datos del 2009 de la Sociedad alemana de Hipnosis Dental, revelaron, que alrededor del mundo, más de 15.000 odontólogos usan esta técnica en tratamientos dentales y para tratar la fobia al dentista.

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Uso extendido

Todas las personas son sugestionables, aunque cada una en diferente medida. Por eso, algunas responden fácil y rápidamente a las sugestiones, mientras que otras –a pesar de que pueden ser hipnotizadas– adicionalmente podrían requerir de entrenamiento para maximizar los beneficios de esta herramienta terapéutica.

“No hay nada contraproducente en la cantidad de tiempo que una persona esté hipnotizada. El poder de la mente del paciente determinará la velocidad de su respuesta a las sugestiones”, asegura la psicóloga clínica Paula Llobet, quien detalla que “en cada caso, es necesario realizar una entrevista clínica para determinar si la hipnosis es la mejor intervencion para el problema”.

Es sabido que la predisposición de un paciente de cara a la hipnosis puede ser un factor determinante en el éxito o el fracaso de la implementación del procedimiento.

El psicólogo Héctor Chavarría comenta que los pacientes que recurren a la hipnosis para un tratamiento “casi siempre han probado antes con otros métodos, que al final no les ayudan en nada”. Ambos especialistas coinciden en que la extensión del proceso varía de una persona a otra.

En algunos casos basta con una sesión después de haber realizado la entrevista de rigor, mientras que en otras ocasiones se requiere de un proceso que puede durar hasta ocho sesiones, por ejemplo.

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Llobet asegura que la mayoría de los casos que ella atiende y que ayuda a resolver con hipnosis, se relacionan con trastornos de ansiedad o fobias, así como con condiciones médicas que se exacerban con el estrés.

Por su parte, Chavarría especifica que, en su experiencia, el grueso de los atendidos con hipnosis busca resolver procesos inconclusos de duelo o liberarse de dependencias a drogas ilícitas o a sustancias médicas.

La hipnosis también puede practicarse a nivel grupal y es utilizada en hospitales y empresas. Esta práctica busca potenciar las habilidades de los pacientes o los empleados, algo que se promueve mediante la visualización del cumplimiento de las metas. También sirve para mejorar autoestima y canalizar mejor el estrés.

El diario españolEl País reportó, el año pasado, el uso de esta herramienta para aprender idiomas de forma acelerada.

“Mediante la hipnosis, se pueden sacar los problemas laterales que aparecen mientras se aprende un idioma, por ejemplo la verguenza de hablar, el miedo a no comprender, o la idea de que es muy difícil”, aseguró la hipnóloga uruguaya Laura Llanes, entrevistada por El País.

Como se decía antes, su uso como herramienta para tratar adicciones a las drogas también ha cobrado auge en los últimos años. Incluso hay personajes públicos que le han atribuido a la hipnosis el éxito de un tratamiento de desintoxicación. Entre estos, la modelo estadounidense Kate Moss y el futbolista argentino Diego Armando Maradona, cuya atención en Cuba para tratar la dependencia a sustancias ilícitas incluyó el uso de la hipnosis.

En estos casos, el hipnólogo se involucra en la fase posterior al abandono de la adicción, para facilitarle al paciente su vida sin esas sustancias a las que estaba tan acostumbrado.

Siempre alerta

¿Cómo asegurar que el uso de la técnica no derivará en una escena como la narrada al principio de este texto?

Los profesionales consultados opinan que todos los pacientes deben tener precaución al permitir que alguien los hipnotice. Es decir, hay que saber bien en manos de qué terapeuta se está y desarrollar con este la suficiente confianza previa.

El uso de la hipnosis en un tratamiento debe tener un fin claramente definido. Sin embargo, es importante saber que el paciente nunca llega a perder su capacidad de tomar decisiones y hasta de rechazar una indicación que considere inapropiada.

“Es erróneo creer que, en estado de hipnosis, el paciente acepta hacer todo lo que se le pida. Si hay algo que va contra su moral, la persona pondrá un bloqueo”, asegura Chavarría.

No hay evidencias que indiquen que la hipnosis tiene efectos secundarios perjudiciales para quien se somete a ella. Además, por el hecho de que la persona nunca entra en estado de inconciencia, es falsa la creencia de que alguien pueda quedar “sumergido” de forma indefinida en el estado de trance que se alcanza.

No muchos saben que, para llegar al estado mental hipnótico, no es indispensable la mediación de un hipnólogo o guía: cualquiera puede lograrlo y muchas veces sin proponérselo. “Es el mismo individuo quien decide si deja o no entrar a su mente en hipnosis, por lo que prácticamente todos los procesos son una especie de autohipnosis”, afirma Paula Llobet, quien elaboró un disco con audios para facilitar la relajación mental.

Llobet recomienda a los hipnólogos profesionales respetar una regla inquebrantable: “no recurran a la hipnosis para tratar aquello que no saben atender sin esta”.