Antes de su  próximo sorbo...

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¡Que levante la mano el primero que, a la hora de comer, se preocupe realmente por la bebida con la cual acompaña su plato!

Con la mano en el corazón, seamos sinceros: muy pocos tienden a balancear su alimentación, dándole a las bebidas la importancia que merecen. Y muchos de estos productos son una verdadera bomba energética capaz de desbalancear cualquier plan alimentario o esfuerzo por regular el peso.

Si no, veamos: ¿qué hace usted si almuerza una ensalada con pollo a la plancha, si acompaña el plato con una, dos o tres gaseosas? ¿O si le agrega un churchill de postre?

Solo esta bebida –preparada con helado, leche condensada, leche en polvo, sirope y una buena cantidad de hielo–, reúne casi todas las calorías que una persona debe consumir en un solo día.

O pongámoslo en otras palabras: ¿qué gana usted con llevar una dieta balanceada y hacer actividad física durante la semana, si el sábado y el domingo se ‘carga’ de bebidas alcohólicas? Triste es decirlo, pero no gana nada y pierde mucho.

Algunos deportistas acostumbran tomar bebidas energizantes e hidratantes con mucha frecuencia. ¡Atención! Es mejor que se fijen en la etiqueta de la botella para que se enteren del potencial calórico que poseen estos productos. Un vaso con 280 mililitros de ese líquido le inyecta 126,5 kilocalorías al organismo.

Obviamente, la gente no puede pasar tomando solo agua (aunque los nutricionistas coinciden en que ese es el líquido ideal para el cuerpo).

Pero sí es cierto que deberíamos poner más atención a la hora de vigilar la cantidad y la calidad de la energía que estamos inyectándole a nuestro organismo en cada sorbo que damos.

Esto también es salud.