Ni el Estadio Mane Garrincha pudo salvar a la selección de Brasil

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Brasilia. EFE La cuesta abajo de la selección brasileña de Scolari acabó hasta con un estadio que hasta entonces se consideraba talismán para la Canarinha, el Mané Garrincha de Brasilia.

Brasil vio el sábado no solo cómo se le escapaba de entre los dedos la posibilidad de acabar tercero en su Mundial, sino también la ocasión de darle una última pequeña alegría a sus seguidores.

El partido ante Holanda era el cuarto que jugaba Brasil en el Estadio Nacional de Brasilia.

Un encuentro con algo más que una simple medalla de bronce en juego. Un choque en el que, según el capitán brasileño, Thiago Silva, la Seleçao se jugaba “el honor y la dignidad”.

El nuevo Mané Garrincha, no podía resultar más esperanzador. Una estructura construida para el Mundial de Brasil, sobre los cimientos del viejo estadio.

Desde la inauguración del nuevo estadio, el 18 de mayo de 2013, tres veces jugó ya allí la selección de Brasil y siempre logró alzarse con la victoria.