Luis Guillermo Solís: ‘Es un regalo inesperado’

Mandatario destaca orden y soltura de la Sele , pero prefiere ya no hacer pronósticos

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Luis Guillermo Solís se muestra como una prueba de que los pronósticos fallan y de la suma de circunstancias. Nadie esperaba que él viera el partido de este martes en su calidad de presidente de la República, como nadie esperaba que la Selección acabara de primera en el “grupo de la muerte”, con un solo gol en contra y de penal.

“Es un regalo inesperado”, concluyó Solís después de mirar el partido sentado frente a más de diez cámaras, con gestos de tensión y escoltado por sus hijos y su papá, Freddy Solís.

“Al principio (del Mundial) lo veíamos difícil, pero después del partido contra Uruguay esto (el éxito hasta ahora) lo vimos plausible. El equipo ha jugado con orden, soltura y calidad”, dijo Solís a los periodistas antes de recordar que solo iría a Brasil en el caso (¿remoto?) de que la Sele llegara a la final.

“Estamos viendo grandes sorpresas en el Mundial. Cualquier cosa puede ocurrir. Ya no tengo pronósticos”, añadió con la ‘roja’ puesta Solís, quien acertó la semana pasado el 1-0 sobre Italia.

Ya se había concretado el 0-0. Los jugadores ticos se veían abrazándose en las pantallas y comenzaban los reportes de celebraciones en la fuente de la Hispanidad y en la plaza de la Democracia, aunque menores que el viernes pasado.

“Hay un estado de contentera en el país; eso es clarísimo y justificado. Lo que no creo es que eso valga para anular todo lo demás (...) No para sentarnos a esperar glorias debajo de un palo de mango”, advirtió el mandatario.

El presidente vio el partido en pantallas dispuestas en el área junto a la fuente principal. No se iba a perder el partido aunque antes tuviera una reunión sobre tarifas de internet en celulares.

Se incorporó al minuto 3 de juego y llegó serio. Se sentó junto a su papá, con la mano puesta en el mentón y en apariencia preocupado.

Solo a veces reaccionaba. “La pega malísimo”, dijo sobre un atacante inglés. “Tardan mucho”, dijo sobre una salida de la Sele . “Qué hizo? ¡Por Dios!”, reaccionó cuando el defensor Roy Miller regaló una pelota en su zona. O “¡cámbiela!”, le gritó a Joel Campbell a 5.500 kilómetros de distancia.

Cerca de él, sus asesores, su ministro de la Presidencia, su equipo de protocolo y dos guardaespaldas encorbatados que mantenían la sobriedad, aunque también se emocionaban. Un pequeño movimiento de brazos fue toda la reacción en el remate de Celso Borges en el poste, en el primer tiempo.

Entendían de futbol. Uno de los guardaespaldas jugó en Segunda División, un hijo de Solís es futbolista universitario en Estados Unidos y el propio mandatario era mejenguero. Era “puntero derecho”, una posición que no existe en el futbol moderno. Se retiró por un lesión en la rodilla derecha que ayer andaba aún vendada. Le es imposible no contagiarse de Mundial.