Las ganas de jugar se intensifican en Brasil

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Santos, Brasil. Entre tanto Mundial, tanto fútbol y tanta emoción, las ganas por patear una pelota son cada vez mayores.

La ansiedad por volver a esa “mejenga” fija de los miércoles o del fin de semana ahora sí se está haciendo realmente insoportable.

Los éxitos de la Sele no ayudan, tampoco los vibrantes partidos de otros países. Y mucho menos colabora el ambiente futbolero de cada esquina aquí en Brasil.

Ayer, una agenda más ligera permitió variar la rutina del trabajo: de la computadora en la habitación del hotel se pasó a la libreta en la arena de una de las playas de Santos. Claro, un poco más lento el proceso de redacción, pero sin duda, muchísimo más revitalizador.

El problema fueron los partidos que se disputaban a la par de las sillas viejas que los vendedores prestan para cazar clientes. Un tormento para alguien con sed de un gol aunque sea con la nuca, pero vetado por la responsabilidad laboral.

Aquí funciona igual que en todo lado. Usted detiene casualmente su caminata cerca de la línea de fondo, ve un rato el partido asintiendo como si estuviera observando a Messi o Neymar y espera el instante clave para pedir cupo. Así incluso se armó un reto ayer de siete contra siete. Todos brasileños; todos con algo a su favor en técnica.

Lo que sí cambia son los marcos. No se utilizan las dos tenis o las dos pipas. Usan bicicletas. El que la pega, celebra. Pero ojo que no es tan fácil, porque de recreativo tiene poco. Hay que correr y luchar, lo que hizo que las piernas picaran aún más.

Tras de eso, fue el día en que en Costa Rica decidieron empezar a confirmar en los chats la asistencia para los respectivos partidos de la semana. Insoportable...