Hay nuevos héroes, pero los viejos siguen

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Santos, Brasil. Jamás se debe olvidar lo que pasó en el Mundial de Italia 1990 . Es como olvidarse de que una casa tiene cimientos.

Claro, con lo hecho hasta ahora en Brasil 2014 al fútbol tico le alcanza para levantar un segundo piso y construir un patio de luz, pero qué habría sin el Verano Italiano...

Forse non sara una canzone, a cambiare le regole del gioco ...”.Aunque no entendamos nada de lo que diga la letra, solo escuchar la primera estrofa produce un sentimiento especial. Eso no debe cambiar, sin importar que terminemos levantando el trofeo de campeones del mundo ahora. Bueno...

Ya sin ánimo de broma, pase lo que pase ahora en suelo suramericano, debe haber espacio para ambas gestas en el mostrador.

Lo conseguido por Róger Flores, Hernán Medford, Ronald González, Óscar Ramírez, Mauricio Montero, Juan Cayasso, etc., etc., es demasiado para lo poco que se tenía en ese momento. Había talento y garra, pero de ahí en fuera, nada.

No había dinero, condiciones, roce internacional, experiencia de mundo y aun así, pusieron esa piedra enorme que se volvió una obsesión para cualquier futbolista profesional que llegara después.

Tal vez Joel Campbell o Yeltsin Tejeda, nacidos dos años después de ese histórico torneo, nunca hayan visto el partido contra Escocia o Suecia; no obstante, sus familiares les deben haber hablado de ellos. Eso, para un futbolista ambicioso se queda en la cabeza.

Sin duda, tenemos nuevos héroes en el deporte; empero, los viejos no se pueden o deben borrar.

Tal vez hasta sea más fácil con un ejemplo: si Luis Guillermo Solís hace magia en su gobierno, ¿se va a sacar de los libros de estudios sociales a Juan Rafael Mora?