Brasil salta a las semifinales con la cara algo lavada

La Canarinha mostró un mejor juego ante un rival que no deslumbró como en otros cotejos

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Ayer Brasil sufrió menos, pero sufrió. Ante Colombia, la Canarinha mostró su mejor cara en este Mundial y el fútbol lo premió con el boleto a semifinales.

Ayer, en Fortaleza, la Seleçao tocó, gambeteó, desbordó, remató y se fue arriba en el marcador desde muy temprano. Por momentos ofreció el espectáculo que le debía a los suyos, pero bajó el ritmo y acabó cediendo terreno para terminar el cotejo asfixiada en su campo... aunque con el boleto a salvo.

Al final, la apretada victoria de 2-1 puso a los anfitriones en semifinales, en las que se verán las caras con una Alemania que pinta aún más complicada de lo que fueron los cafeteros ayer en el Castelao.

Porque ayer se invirtieron los papeles sobre la cancha. Colombia no fue el equipo atrevido que deslumbró en los cuatro juegos anteriores y Brasil se encontró muy pronto con esbozos de ese jogo bonito que muchos daban por perdido.

Los nervios traicionaron a los hombres de José Pekerman en el peor momento posible y sus jóvenes figuras dejaron de parecer veteranos de mil batallas para lucir como los primerizos en cuartos de final que eran.

Apenas al minuto seis, Thiago Silva abrió la cuenta tras aprovechar un despiste defensivo de Carlos Sánchez en un tiro de esquina.

Era la primera vez en toda la Copa que los colombianos iban abajo en el marcador y su inexperiencia en ese tipo de situaciones se notó a leguas.

James Rodríguez y Juan Cuadrado, sus figuras en juegos pasados, tardaron en meterse en este. La culpa la tuvo, por una parte, la buena labor defensiva de los anfitriones y, por otra, la permisividad del árbitro Carlos Velasco, que dejó a los locales apelar al juego ríspido para frenar la chispa colombiana.

Los roces fueron la tónica para el resto de la primera parte y varios tramos de la segunda, hasta que David Luiz se salió del libreto con un golazo de tiro libre.

Desde unos 25 metros, el zaguero prendió un remate que dejó sin opciones a su tocayo Ospina y hacía pensar en el despertar del Brasil que los hinchas añoraban.

Sin embargo, cedió espacios para que Pekerman se jugara una última carta. Al 69’, un minutos después del 2-0, envió al campo a Carlos Bacca, el ariete que no había jugado un solo minuto en el Mundial, pero en la primera que tuvo fue derribado dentro del área.

James marcó el penal y su equipo volvió a la pelea a falta de 10 minutos.

Brasil se ahogaba en su área y sus zagueros se multiplicaban para frenar el acoso de un rival que rondó el gol, pero no tuvo ni el reloj ni la experiencia de su lado.

Gano Brasil, cierto, pero habrá que ver si la mejoría le alcanza para superar la semifinal y alcanzar la sexta corona para redimir a su país de la afrenta del Maracanazo .