Argentina tuvo que sudar ante los guerreros bosnios

La Albiceleste debió correr para vencer a un rival novato que luchó en todo momento

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La de Bosnia-Herzegovina es una historia de luchas. Muchas de ellas, teñidas con la sangre de sus hijos, después de que la original Yugoslavia se despedazara violentamente.

La de Argentina también ha tenido lágrimas, guerras y dictaduras amargas. Entre una y otra, al menos han tenido al fútbol.

Potencia del orbe, con el cuatro veces mejor jugador del planeta como capitán, dos títulos del mundo y claras aspiraciones al tercero...

Por eso hay que decirlo: a los bosnios les tocó bailar con la más fea en su primer partido mundialista.

El fútbol a veces tiene esas ingratitudes y, aunque ayer quiso que el debut de los Dragone s en una Copa del Mundo fuera en el mítico estadio Maracaná, les puso en frente una lucha más.

No tienen culpa Ángel di María y su buen momento, tampoco Lionel Messi y su eterna deuda con el título mundial que lo empuja a ser figura en Brasil.

Tan inocente como ellos es la selección bosnia. Aferrada en todo momento al sistema que le dio el boleto a Brasil y que ayer entregó el alma en Río de Janeiro.

Es fútbol y, como dicen siempre los que acaban un juego con la ingrata cruz de la derrota a cuestas, el fútbol es así.

Tan ingrata que apenas a los dos minutos de juego, los novatos se dispararon en el pie.

Como si no bastara lo memorable de jugar su primer torneo planetario, el lateral Sead Kolasinac entró a la historia al incurrir en el autogol más tempranero de las Copas del Mundo.

Un tiro libre cobrado por Lionel Messi desde la izquierda, voló entre zagueros y atacantes hasta estrellarse con el cuerpo de Kolosinac e irse mansito a la red.

Semejante panorama estaba lejos de ser un debut soñado. Abajo en el marcador y con un Maracaná que más parecía el Monumental de Buenos Aries, aquello tenía toda la pinta de goleada histórica.

Nadie se arrugó. Los minutos pasaron y la ventaja en el tanteador no se reflejó sobre la cancha del Maracaná.

Bosnia tomó el balón e intentó jugar a su estilo. Sacó faltas, forzó saques de esquina y obligó a la zaga argentina a apretar piernas.

Sin embargo, su evidente novatada les hacía caer en errores y alejarse cada vez más del empate.

Al frente, con un Messi fantasmal en la primera vez que pisaba el césped del Maracaná, Argentina se perdió durante la primera parte.

Fue en el complemento que su presencia se materializó y la Albiceleste consiguió un segundo tanto que sería lapidario.

Al 65’, con la complicidad de dos zagueros que se neutralizaron entre ellos, la Pulga dejó en la red una de sus típicas diagonales.

El debutante pagaba así su derecho de piso, y aun a riesgo de encajar el tercero, siguió luchando y se fue en busca de la honrilla.

La halló a en pies de Vedad Ibisevic, y aunque no cambió la historia, al menos cese balón que se fue entre las piernas de Sergio Romero, alguien sonrió en Bosnia.