Opinión: 'No perdamos el Mundial antes de jugarlo'

Nefastos son los reveses si solo despiertan la voracidad colectiva en pos de un chivo expiatorio

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Benditas son las derrotas cuando alertan sobre lo que no anda bien y nos pellizcan para corregir entuertos, mejorar viejas tácticas y renovar las estrategias, así en el fútbol y en la vida.

Nefastos son los reveses si solo despiertan la voracidad colectiva en pos de un chivo expiatorio o, por lo menos, de una cabeza visible sobre la cual asestar la espada de Damocles.

Ni más ni menos, eso es lo que ocurre con Óscar Ramírez, el otrora elogiado timonel de la Selección Nacional, a quien, ahora, un veleidoso clamor popular desea enviar al cadalso.Sería necio ignorar que Ramírez erró tremendamente en sus decisiones de cara al partido contra España. No obstante, esa ansiedad por “ver sangre” se vuelve patética, pues deja de lado que, en realidad, los problemas de la Selección son estructurales. Es decir, se trata de males que involucran al fútbol y a su entorno, por lo que exigen análisis responsables, profundos y desapasionados. Primero, para identificarlos. Después, para acometer los problemas.

A tono con esa atmósfera desestabilizadora, resultó insólito a media semana que varios programas deportivos serios hayan reproducido -y dado crédito- a voces de la prensa mexicana, en detrimento del buen nombre de Keylor Navas y de Bryan Ruiz, líderes del combinado patrio, sin darles oportunidad de defenderse, puesto que ni siquiera fueron consultados por esos medios para comparar las versiones, una regla elemental del periodismo. Igualmente, confieso mi asombro, tras escuchar a uno de los referentes históricos del fútbol nacional quien, sin decir agua va, afirmó que a la Selección la tienen secuestrada. ¡Madre mía!

Quienes gozamos del privilegio de acceder a micrófonos, cámaras de televisión o a páginas deportivas, estamos obligados a tomar prudente distancia de las redes sociales, en las que por lo general se insulta a diestra y siniestra, se enlodan honras ajenas y se publican exabruptos, al amparo de una libertad de expresión muy mal entendida.

En esta hora difícil, que primen la razón, la sensatez y la sabiduría para tomar decisiones. Por favor, no perdamos en el Mundial 2018, antes de jugarlo.