La sonrisa de Jorge Luis Pinto se transformó en sufrimiento

Después de reir junto a Christian Bolaños por unos segundos, el cafetero tuvo que enfrentar una pesada conferencia con la prensa catracha, en la que le insistieron sobre su continuidad en el banquillo

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

San Pedro Sula, Honduras

Jorge Luis Pinto se da un apretón de manos con Christian Bolaños, este le habla al oído y luego el colombiano suelta una carcajada. Pinto vivió, junto a un tico y a solo minutos del inicio del juego, los segundos de menor tensión de la noche. Dos horas más tarde le hizo frente a una incendiaria conferencia de prensa.

La réplica del empate se tradujo en una decena de periodistas catrachos con preguntas directas. "¿Seguirá en su cargo? ¿Con 30 años de experiencia en el banco, se dio cuenta de que ya se debe hacer a un lado?"

Pinto se sacudió con su carácter imponente y su verbo picante. Cuestionó a quienes lo criticaron. No dio el brazo a torcer y se negó a asegurar que pondrá su renuncia en las próximas horas, pese a ser último de la eliminatoria.

"Con mi experiencia debo valorar lo que hago (irse o quedarse). Se lo digo porque yo soy el técnico y usted el periodista. Usted solo piensa en que yo me tengo que ir", aseguró.

Unas horas antes, desde el banquillo, vivió cada segundo al límite de la línea de cal. Aun a 33 grados (y con la soga al cuello, literalmente), se vistió de saco y corbata. Protestó cada jugada con la misma intensidad con que reclamó el penal que no le pitaron a Joel Campbell frente a Italia, hace ya tres años, en Brasil.

No se cansó de gritarle al central Joel Aguilar Chicas. Su foco de atención: Kéndall Waston. Cada vez que el gigante llegaba a presionar o a marcar a un futbolista catracho, ahí estaba Pinto pidiendo faltas.

La anotación de Anthony Lozano fue su desahogo. Su rostro se enrojeció, levantó los brazos y gritó con una euforia pocas veces vista en el colombiano. Se volvió para celebrarlo con la afición que abarrotó el estadio Morazán, mientras su asistente, Amado el Lobo Guevara, lo gritaba a todo pulmón.

Después volvió a la realidad. El técnico no paró de girar instrucciones. De vez en cuando se le miró con una vaso de esteorofón en su brazo, hidratándose ante el fuerte calor.

Dentro del planeamiento, le había insistido a sus futbolistas la necesidad de controlar la táctica fija de Costa Rica.

Luego lo recalcó ante la prensa, sudando y acalorado. Quizás por el calor, o tal vez por las preguntas hirientes.

Respondió. Molesto, pero lo hizo. "Sabíamos de las acciones de bola muerta. Desgraciadamente todo lo que practicamos no lo aplicamos en un jugada por un descuido, pero Costa Rica no tuvo opciones de gol", se sacudió.