La aventura de vivir un Mundial contada por dos ticos

Juan Carlos Jiménez y Óscar Rosabal narran cómo la Copa enamora a muchos

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Una vez que usted va a un Mundial de fútbol querrá volver. A esa conclusión llegan los costarricenses Óscar Rosabal y Juan Carlos Jiménez, quienes se alistan para vivir una nueva Copa, en Rusia 2018

Para Rosabal será la cuarta ocasión seguida, mientras que Jiménez ya suma nueve ediciones, ocho de ellas en fila.

Se convierte en una adicción, de esas buenas, que dejan recuerdos, anécdotas e historias que quieren repetir.

Óscar, de 35 años, estuvo en Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.

Por su parte, Jiménez empezó la aventura sin planearlo, apenas a sus 17 años, en Argentina 1978.

A ese Mundial cuando se fue a trabajar con una naviera que adquirió un contrato para la Confederación Brasileña de Fútbol, a la que trasladaron.

“Fue parte del trabajo. Estuvimos mes y medio llevando gente a diferentes puertos. Fui a varios partidos, la inauguración y la final”, recuerda Jiménez, hoy de 58 años y con el plan a Rusia listo.

Lo cautivó la fiesta más grande del fútbol y se prometió volver. Lo hizo para México 1986 y a partir de ahí no paró. Asistió a Italia 1990, Estados Unidos 1994, Francia 1998, Corea y Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.

“Es una experiencia muy rica y algo que uno se lleva para siempre. El primer Mundial me marcó”, agrega.

Estos torneos tienen magia y así como a Jiménez, a Óscar Rosabal le llegó sin buscarla.

“Iba a mochilear a Europa por primera vez. Estaba organizando todo y coincidió con el Mundial. Costa Rica clasificó, conseguí entradas y fui a Alemania. Me enamoré del ambiente”, describe este herediano.

Cuando preparó el viaje a Brasil le advirtió a algunos amigos que iban por primera vez que lo seguirían haciendo.

“Y así fue. De vuelta un amigo me dijo que ojalá cuatro años pasaran rápido para ir al otro”.

Rosabal se atreve a decir que, aunque parezca irreal, el fútbol viene siendo lo menos relevante durante una aventura así.

“Lo más bonito es el ambiente que se vive. Son millones de personas de todos los países, nadie se pelea, todo mundo de fiesta... intercambiando camisas, banderas... es realmente bonito es; fue lo que me enganchó”.

Tanto él como Juan Carlos son asiduos viajeros, pero aseguran que no hay una experiencia tan amplia como asistir a una Copa del Mundo.

“Además de hacer turismo es una fiesta diferente, se comparte muchísimo y ahí es cierto que el fútbol trasciende fronteras. El Mundial no es solo un estadio y un juego de fútbol, es algo que va más allá, es intercambio cultural”, comentó Jiménez.

El amor por el fútbol influye, pero le recomiendan la experiencia a cualquiera, dejando claro que no es necesario tener elevados recursos económicos.

“Hay que invertir, es cierto, pero no hay que tener dinero, solo es tener el sueño, como cualquier otro sueño”, finaliza Jiménez.