Redacción
Palabras más, palabras menos, tras empatar en Honduras, el técnico Óscar Ramírez se refirió al punto alcanzado como "un colchón para manejar los partidos que toca jugar en casa".
Aunque una de tres parece poco, cada unidad que pellizque la Tricolor fuera del país le despeja la pista a Rusia 2018 y le aclara el plan de vuelo a seguir.
De acuerdo con una proyección realizada por La Nación, tras conquistar cuatro unidades de visitante, a Costa Rica le basta con ganar los cuatro juegos que le restan en casa para asegurar, sin ningún problema, uno de los tres tiquetes a la Copa del Mundo.
Es decir, la Sele puede perder en Estados Unidos y en Panamá que nadie le quita el billete a territorio ruso. Incluso, llegaría a este último partido frente a los canaleros (10 de octubre) solo a cumplir el trámite.
¿Por qué así? Actualmente la Mayor suma siete unidades, más los 12 que tiene a disposición de local (siempre y cuando no falle), llegaría a 19 puntos al final del camino. Con esa cifra, ninguna selección de Concacaf ha quedado al margen de una cita mundialista.
Aplicando el ejercicio de que todos los combinados ganen sus duelos en casa y pierdan de visita, la Tricolor acabaría la hexagonal en el segundo puesto, superada por México, que haría 22, y arriba de Panamá, que finalizaría en el tercer lugar con 14 unidades.
La selección de Estados Unidos quedaría condenada a la repesca contra el quinto lugar de Asia, mientras que Honduras y Trinidad y Tobago no tendrían ninguna opción de ir al Mundial.
Los antecedentes de eliminatorias en Concacaf retratan la importancia de hacer valer la condición de anfitrión.
A partir de la ruta a Francia 98, cuando se instaló el sistema de hexagonal en el área, en 14 de 15 casos, los países clasificados hicieron más puntos de local que en campo ajeno.
Casualmente la única excepción a la norma fue Costa Rica que, camino a Corea Japón 2002, cosechó más puntos afuera que en el Ricardo Saprissa, para entonces su sede oficial.
Aquella Selección dirigida por Alexandre Borges Guimaraes logró 12 unidades lejos de las fronteras ticas y 11 adentro.
Esos 23 puntos se mantienen como la cuota máxima lograda por un representativo en una eliminatoria de Concacaf, bajo el formato de hexagonal.
Puntaje valioso. El lugar donde cada equipo obtiene los puntos aumenta considerablemente las posibilidades de reservar un espacio en el avión mundialista y se las reduce al que las perdió.
La regla no escrita de las eliminatorias señala que la obligación es ganar todo en plaza propia y rasgar un punto en cada visita, es decir, aplicar la llamada media inglesa.
Detrás de México, de momento, el equipo patrio es el segundo plantel que más unidades sacó de campo extranjero: triunfó en Trinidad y Tobago (0-2) y empató en Honduras (1-1).
La cosecha de los aztecas es abundante en el sentido de que, al igual que la Sele, en cuatro fechas jugó tres veces de visitante, la gran diferencia es que estos sacaron siete de nueve puntos posibles.
El Tri ganó en Estados Unidos (1-2), empató en Panamá (0-0) y venció a domicilio a Trinidad (0-1). En las próximas tres jornadas no se moverá del Estadio Azteca.
Costarricenses y mexicanos son los únicos que jugarán cuatro de los seis partidos restantes en calidad de anfitriones.
Por el contrario, el panorama pinta cargado de nubarrones para Honduras, que no solo dejó ir cinco puntos de local, sino que se verá obligado a sumar de visita en las cuatro salidas que le faltan.
El equipo dirigido por Jorge Luis Pinto alcanzaría solo 10 puntos si gana los pendientes en su patio y tropieza afuera como lo ha hecho en estas primeras cuatro jornadas.
Pese al repunte, EE. UU. también está comprometido, ya que caer ante México en la jornada inaugural lo obliga a buscar afuera lo que no encontró en su parcela.
Los pupilos de Bruce Arena tienen por delante tres juegos de local y de tres de visita, la misma circunstancia de Panamá.
La etapa clasificatoria a Rusia 2018 volverá con una doble tanda de juegos entre el 8 y 13 de junio próximos.