Warner Rojas: ‘No me arrepiento de haber abandonado, más si mi vida estaba en peligro’

El montañista costarricense narró a ‘La Nación’ los momentos de zozobra que vivió debido a las posibles consecuencias para su salud

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Después de dos semanas, el montañista costarricense Warner Rojas Chinchilla pudo conciliar el sueño, descansar en una cama y estar tranquilo, sin tener que estar atento a su entorno en la montaña.

Lejos del Monte Everest, tras no lograr ascender por segunda ocasión hasta los 8.849 metros sobre el nivel del mar (msnm), el tico reiteró a La Nación que la decisión de no continuar escalando fue acertada para que su vida no corriera peligro.

Los indicios de un edema pulmonar (líquido en los pulmones) fue la causa para que el escazuceño de 51 años tomara la difícil decisión de no hacer cumbre y evitar mayores riesgos a su salud y al sherpa que lo acompañaba en su expedición.

Más tranquilo, pero con quemaduras en su rostro al estar expuesto al intenso frío y el viento, Warner aseguró que su vida son las montañas y la naturaleza, que así ha sido y seguirá siendo.

Confesó que aún hay retos por cumplir e incluso ya mismo empezó su preparación, con permiso de los médicos que lo vieron en la localidad de Lukla, en Nepal. Pero es claro que debe conversar con su familia, a su regreso a casa, para tomar una decisión.

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-¿Cuál fue el momento más duro de la expedición?

-Sin duda fue cuando tomé la decisión de seguir o no seguir. Fue un momento de sentimientos encontrados. Duro porque tuve que abandonar y sé que tenía que hacerlo, porque de lo contrario ponía en riesgo mi vida y la de otras personas que hubiesen intentado rescatarme. Después de meditarlo decidí abandonar mi objetivo. Eso sí, siempre lo he dicho, cuando salgo en una expedición y he tenido que abandonarla, no me arrepiento de lo que hice, más si mi vida está en peligro.

-¿Desistir de continuar fue una recomendación del sherpa?

-El no continuar fue una decisión mía, no del sherpa que me acompañaba. Hace 11 años realicé el mismo recorrido y sabía lo que debía afrontar, las dificultades que me esperaban y las horas de caminata que se deben hacer del Campo 3 (7.100 msnm) al Campo 4 (8.400 msnm). Al no sentirme bien tenía que abandonar porque en mis condiciones iba a ir muy lento y no era lo más recomendable.

“En ese instante no sabía que tenía los inicios de edema pulmonar, pero no me sentía bien. Entonces le dije a mi sherpa que me iba a devolver, porque iba a correr mucho riesgo y no tenía fuerzas. El sherpa me dio la razón y me dijo que no me preocupara, que lo mejor era devolvernos y no poner en riesgo mi vida”.

-¿Qué tanto meditó la decisión?

-En el trayecto hacia el Campo 3 y ante las dificultades que tenía sinceramente empecé a meditar cuál era la mejor decisión. No fue una decisión antojadiza, sino fue muy comedida y en aras de seguir viviendo. Cuando tomé la decisión de devolveme fue porque quería hacerlo por mis propios medios y no poner en riesgos a alguién más que intentara rescatarme.

“La verdad fue mucho rato pensándolo hasta que tomé la decisión, no fue fácil. Nunca antes había tenido que tomar una decisión tan difícil, en aras de mi salud. Me había retirado por peligros en la montaña, pero nunca por salud”.

-¿Qué cuidados debe tener de ahora en adelante a la hora de hacer montañismo?

-Puedo continuar subiendo montañas. Sin embargo, para montañas de más de 6.000 msnm debo esperar unos dos o tres meses para intentarlo por mi salud y evitar que vuelva a pasar. De momento sería descansar, realizar trabajos físicos, empezar mi nuevo plan de entrenamiento y pensar en los siguientes proyectos.

-¿Quedó con alguna secuela?

- No me quedaron grandes secuelas, porque apenas fue el inicio de un edema pulmonar, algo muy pequeño. La ventaja con los edemas pulmonares es que si estás en altura, una vez que se desciende a alturas menores, se recupera fácil. Como el mío fue pequeño, entonces no hay peligro. Las recomendaciones de los médicos fueron descansar bastante y después seguir la vida normal.

-¿Temió que fuera algo más grave, de perder la vida?

-La verdad nunca tuve miedo de perder la vida. Sabía las condiciones, sabía que era algo que podía controlar, contrario a una avalancha o alguna situación que se dé en la montaña como caer en una grieta. El Everest este año estuvo muy frío y hubo mucha gente con congelaciones (dedos de los pies y manos), pero yo tenía muy claro lo qué debía hacer y así evitar alguna secuela.

-¿Qué enseñanza le dejó esta expedición y qué diferencias hubo con el 2012, cuando lo logró?

- Comparado al 2012, que logré el ascenso, hay muchas enseñanzas. Entre ellas saber tomar de forma acertada decisiones, no quejarse ni echarle las culpas a otras circunstancias y por qué no se dan las cosas. Hay que seguir luchando, dando la cara, avanzando y teniendo nuevos planes y metas. No me puedo frustrar por lo que pasó.

“No se logró el objetivo, es cierto, pero no es el fin, es más bien la oportunidad de lograr y ver nuevas cosas. Lo que me pasó me ayuda a ver diferentes aspectos y a planear mejor. En está ocasión subí dos montañas superiores a los 6.000 msnm que no había hecho en Nepal, no fue que no subí ninguna montaña. Me enseñó las ventajas y desventajas de trabajar en equipo y eso es importante para el futuro”.