Una linda tradición en el gusto de los costarricenses

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El tenis, como lo conocemos actualmente en el mundo, es un deporte relativamente nuevo.

Su artífice fue el militar británico Walter Compton Wingfield, quien en 1874 combinó algunas reglas del bádminton con otras de un antiguo juego chino para aplicarlas a lo que llamó sphairistiké (“juego de pelota”, en griego).

Las normas de competición fueron aceptadas sin problemas en ese tiempo, pero el nombre era tan complicado que los jugadores prefirieron seguir llamándolo tennis .

La popularidad de este deporte fue tal que el primer campeonato de aficionados masculinos se celebró apenas tres años después en el All England Croquet Club, en Wimbledon, muy cerca de Londres.

Aunque no existen datos sobre cuándo se empezó a jugar en el continente americano, en 1881 ya existía un torneo en Forest Hills, en Nueva York, Estados Unidos.

El ya fallecido periodista Agustín Tin Salas sostuvo que el deporte blanco llegó a Costa Rica gracias a los trabajadores de las compañías bananeras y ferrocarrileras que arribaban con sus familias a nuestro país, a principios del siglo XX.

Aunque no existían canchas propias para la práctica del tenis, sí había varios lugares donde demarcar un campo y poner una net no representaba ningún problema.

En Cuesta de Núñez (cerca del Parque Nacional), en San José, había unos patios donde los ingleses de la Northern Railway Company y los estadounidenses de la United Fruit Company jugaban con frecuencia bajo la mirada de un público que disfrutaba cada acción.

Poco después, jóvenes que regresaban de cursar sus estudios en Europa traían los implementos necesarios para practicar el tenis.

El sitio donde se jugaron los primeros duelos entre los ticos estaba también en Cuesta de Núñez, en unas caballerizas de los médicos José María Soto y Daniel Núñez.

Jugadores como Gonzalo y Mauro Fernández, Joaquín Fernández, Diego Povedano y Fran Cox, entre otros, se reunían allí los fines de semana para demostrar sus condiciones en competencias que duraban hasta el anochecer.

Canchas imprevistas. Durante algunos años, hubo campos improvisados en la Aduana y en la esquina diagonal a la Casa Presidencial.

Cuando abrió sus puertas el Golf Club –un centro social que quedaba en San José y cuya primera sede estuvo en el norte de La Sabana– fue instalada la primera cancha con medidas reglamentarias.

En 1911, cuando el club se encontraba en Sabana Sur –donde hoy está el Costa Rica Tennis Club–, se construyeron dos canchas: una de césped y otra de cemento. Esto propició que el Liceo de Costa Rica y el Frontón Jai-Alai también acondicionaran otros espacios para quienes deseaban practicar el tenis.

Tomás Ortuño, Adita Dittel, Antonio Víquez, Felipe Pozuelo y Ricardo Saprissa Aymá eran, en la década del 30, los jugadores más emblemáticos del tenis nacional.

Saprissa había arribado a nuestro país en febrero de 1932 procedente de Barcelona, donde se había coronado dos veces campeón de dobles de Cataluña y de España.

En Costa Rica, don Ricardo conquistaría la mayor cantidad de torneos de sencillos de la época y, al hacer pareja con Ricardo Kriebel y luego con Rodrigo Fournier, alcanzaría varios certámenes de dobles.

Desde entonces, el tenis se desarrolló a pasos agigantados, pero siempre dentro de un círculo social bastante reducido. En los años 40, con la apertura del Costa Rica Country Club (CRCC), se contó con un nuevo centro para su práctica.

Las primeras canchas de tenis se edificaron en 1941 y las obras estuvieron a cargo de la Compañía Murray. Después vino la cancha número 4, que años más tarde se convirtió en la cancha-estadio.

Conforme pasó el tiempo y aumentaron las necesidades, varias canchas más fueron construidas.

Pero la organización de la Copa del Café, en 1965, cambió la historia del tenis local, un proyecto que empezó a tomar fuerza en 1958 y que en este 2014 celebra su 50 aniversario.

Una obra, a lo largo de medio siglo, en que se luchó por convertir el torneo juvenil en uno de los más prestigiosos del orbe, el de mayor trayectoria latina y, definitivamente, en uno de los de mayor orgullo nacional en el ámbito deportivo.

Desde hoy y hasta al 11 de enero, el CRCC recibirá a promesas juveniles del planeta. En esta edición del 50 aniversario, el Comité Organizador rendirá un homenaje a los dos únicos ticos que alcanzaron la final de la Copa: Fred Thome (1984) y Juan Antonio Marín (1993).