Rafael Ángel Pérez aún vive en la leyenda del atleta que se retiró en la cima

Para los hijos de este josefino siempre fue normal ver carreras de atletismo y escuchar a su papá hablar de la distancia, el clima, los adversarios, el entrenamiento de los africanos y cómo mejorar en Costa Rica

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En la casa de Rafael Ángel Pérez siempre se respiró atletismo y, probablemente, se mantendrá así, aun con su ausencia.

La leyenda de este deporte costarricense, quien falleció este jueves a las 5 a. m., fue un analítico de la disciplina y eso lo transmitió a sus hijos.

Aunque ninguno de sus tres descendientes (una mujer y dos hombres) siguieron los pasos en la práctica, sí heredaron el conocimiento que les transmitió su papá.

Para ellos siempre fue normal ver carreras de atletismo y escuchar a su papá hablar de infinidad de temas relacionados a esto: la distancia, el clima, adversarios, del entrenamiento de los africanos y cómo mejorar en Costa Rica.

Juntos analizaron pruebas de maratón, 21 kilómetros o 10.000 metros, una de sus distancias predilectas.

Su hija mayor, Viviana, de 43 años, es la que tiene mayores recuerdos de la vida de su progenitor como corredor élite.

Su carrera fue tan exitosa, que él decidió retirarse en el año 1983, cuando seguía en alto nivel.

"Siempre dijo que había que retirarse en la cima, no quería seguir corriendo y no ganar", cuenta Viviana.

Pérez falleció en el Hospital México luego de luchar durante 11 días con una septicemia (infección en el organismo).

El josefino nació con un solo riñón, hace cuatro años sufrió otra infección, pero la superó sin problemas; sin embargo, esta vez le provocó una falla renal que no resistió.

Con orgullo y una risa en el rostro, Viviana echó el casete hacia atrás, cuando apenas era una niña y veía a su mamá, Luz Mary Zumbado, alistando la comida que necesitaba Pérez cuando entrenaba o competía.

Zumbado fue uno de sus apoyos en momentos de gloria, como cuando fue ganador de la San Silvestre de Brasil en 1974, o al imponer un récord mundial de media maratón en 1976, en la Carrera de Coamo, en Puerto Rico, con un tiempo de 1:03:46.

"Antes las carreras no tenían tanta asistencia, y recuerdo a mi mamá, que manejaba un Datsun 120Y y por la ventana sacábamos las bolsas de agua para que papi se hidratara”, mencionó Viviana.

También llegan a su mente los entrenamientos que realizaba en la montaña o la playa para encontrar el estado físico que necesitaba. Todo eso sin patrocinadores.

“Al inicio mi mamá trabajaba para que papi trabajara poco y pudiera correr en la mañana y la tarde".

Poco a poco eso lo hizo acumular 400 competencias nacionales y 220 internacionales. En el atletismo costarricense permanece como referencia y los números lo dicen. Actualmente mantiene el récord nacional en 10.000 metros, con 28:48.

Esos logros y muchos otros quedarán en la retina de allegados y aficionados, como de Freddy Chavarría, compareño de carreras, quien llegó a la vela, en Asunción de Belén, y se mostró impactado, pero orgulloso de su legado.

“Hablar de él es como hablar de Silvia o Claudia Poll, es de renombre, ojalá sea un ejemplo para la juventud”, dijo.

En el seno de su familia será recordado como el esposo, padre y abuelo amoroso, humilde e incondicional. Mientras un cuarto en su casa, repleto de trofeos y medallas, seguirá como una conmemoración al atleta que fue.

Cuando Pérez dejó el alto rendimiento se dedicó a estudiar. Se graduó en Educación Física y en Educación con énfasis en Planificación Curricular; actualmente ejercía en la Universidad La Salle, como profesor de doctorado.

Sus honras fúnebres se realizaron este jueves en el templo católico de Belén.