Natalia Alfaro encontró en Karen Cope el complemento perfecto para llegar a Río 2016

Juegan juntas desde el 2013, cuando Alfaro se quedó sin compañera por el retiro de Ingrid Morales, quien pasó a ser la entrenadora

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Natalia Alfaro se quedó sin compañera de equipo en el voleibol de playa hace tres años. En ese entonces, su pareja Ingrid Morales decidió poner fin a la carrera como jugadora.

Inmediatamente se avecinaba un reto para Alfaro, quien debía empezar un proceso al lado de otra deportista y dejar atrás las cientos de experiencias al lado de Morales.

Ahí fue cuando apareció la oportunidad de unirse a la experimentada Karen Cope, una decisión que hoy las ubica como las primeras ticas que clasifican a Juegos Olímpicos en esta disciplina.

El conocimiento de una sobre la otra, aunado a una buena amistad, fue vital para que juntas consiguieran el boleto a Río, el domingo.

Natalia Alfaro y Karen Cope durante un partido en Veracruz, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
"Sabía que necesitábamos una jugadora con unas cualidades extraordinarias y las vi en Karen. En mi opinión, es la mejor jugadora de voleibol de Costa Rica. La quería a mi lado porque la había visto jugar, sé la capacidad que tiene, es potente, ágil, rápida. Si yo fuera el rival, no querría tenerla al frente, la quería de compañera y lo logramos", explicó Alfaro.
Desde hace aproximadamente 15 años se toparon en diferentes procesos de selecciones menores, por lo que eso, aseguran, ha facilitado todo.

La amistad se fortaleció desde el 2013, cuando se empezaron a conocer mejor. Cope se hizo novia de un buen amigo de Alfaro y la relación se hizo más cercana.

Ambas aseguran que crearon un vínculo que les ha ayudado a integrarse y perseguir el mismo objetivo.

"Se forma una relación estrecha, se conocen hasta sus gustos, detalles que son superimportantes y que al final suman. Nos conocemos bastante bien, con vernos sabemos qué está pensado una o la otra", cuenta Cope, quien pasó por un proceso de adaptación para mostrar su mejor versión en la arena.

Eso se debió a que la mayor parte de su experiencia era en el voleibol de sala.

"Creo que la transición fue buena, un poco difícil también porque en realidad muchas de las cosas que aprendés en sala no las podés utilizar en playa. Había que aprender un juego nuevo y cambiar un par de cosas que igual se sigue trabajando", explicó Cope, quien tiene encima el recorrido de dos mundiales mayores de voleibol de sala, jugados en 2006 y 2010, en Japón.

Según Alfaro a su compañera solo le faltaba mejorar la técnica, pues el talento siempre lo ha tenido.

"Sabíamos que el voleibol lo tiene, solo le faltaba afinar la técnica, pero lo hicimos en el momento adecuado para poder llegar a este torneo con la madurez necesaria", explicó Alfaro.

Poco a poco fueron llegando los campeonatos nacionales. Además, crecía su protagonismo en torneos internacionales y con ello llegó el primer Mundial de Voleibol de Playa, en junio del año anterior, en Holanda. Ahí quedaron eliminadas en la primera ronda.

"Este proceso ha sido muy largo, de muchas alegrías, derrotas, frustraciones, pero seguimos; lo importante es que siempre creíamos, tuvimos fe, con gente que creía mucho en nosotros, como el Comité Olímpico Nacional, Ferretería Brenes y Lanco; sin ellos no hubiera sido posible", destaca Alfaro.