Los últimos 10 años de Marco Salas transcurrieron dentro de la caravana, concentrado en el que debía ser su trabajo hasta el día en que las piernas fallaran.
Sin embargo, su infortunada sanción de un año lo obligó a tocar puertas para no depender solo del aporte de su esposa, ni condenarse a las labores del hogar.
Y esa tarea, para una persona que solo sabía defenderse al ritmo de pedal, no fue nada fácil.
“No puedo decir que la pasara mal porque gracias a Dios mi esposa tiene un buen trabajo, pero está claro que ese ingreso de más falta y que no podía quedarme todo un año metido en la casa.
“Uno ve todos los días que la situación laboral está dura y conmigo no fue la excepción, fue difícil, pero por dicha encontré un trabajito como mecánico en un ciclo, es temporal, pero por lo menos es un inicio”, aseguró.
En eso apenas tiene 15 días y le va a durar hasta donde se extienda la incapacidad del otro mecánico, luego tocará buscar de nuevo, pero mientras tanto volverá a lo que ya hacía todos estos meses atrás: cuidar de sus hijos.
“En eso había estado, me quedé en la casa con mi bebé de un año y mis otros dos hijos, no puedo decir que no fuera extraño el cambio, pero lo he tomado con buena actitud. Tenía 10 años de no parar y entonces agarré esto como unas vacaciones, como un descanso”, dijo.
Salas fue uno de dos ciclistas sancionados a los que solo se les castigó con un año de suspensión, el otro fue Enrique Artavia.
“Yo creo que en medio de todo esto a mí me ha ayudado la transparencia que hubo en mi caso. La comisión dejó claro que yo nunca tuve la intención de doparme sino que fue algo indirecto y por eso todo ha sido más fácil, porque nadie puede recriminarme nada”, añadió.
En sus planes está trazado regresar para la Vuelta a Costa Rica. “Voy a recargar pilas y ver cómo nos va, si llegan ahí estaremos, esa es la fe”, finalizó.