Manual de control de emergencias

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Ayer Mayaguez vivió una leve emergencia. O por lo menos así pareció tras el extraordinario despliegue ofrecido por todas las entidades estatales para atenderla.

Una tromba marina provocó vientos de aproximadamente 150 kilómetros por hora, los cuales derribaron un andamio del estadio Centroamericano (también conocido como José Antonio Figueroa), lugar donde se realizaría el acto de apertura de los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

En ese lugar hubo siete heridos, uno que perdió tres dedos, daños infraestructurales y lógicamente se suspendió la actividad. Pero no pasó a más. Las autoridades no dejaron que esto sucediera.

En minutos ya había barricadas por todo lado, cientos de policías, bomberos, el ejército y hasta ingenieros trabajando en reparar todo de inmediato. ¡En minutos!

Lógicamente la exposición mediática, por estar hablando de los Juegos, obliga a cubrir todo más rápido, pero de igual forma el tiempo de atención fue de récord.

También en ese lapso, los altos mandos deportivos del país ofrecían una conferencia de prensa, explicando el proceder y menos de una hora más tarde, el gobernador Luis Guillermo Fortuño (máximo puesto político de este país) ofrecía otra, explicando todos los detalles del caso y ofreciéndole seguridad a sus habitantes.

Lo hizo con una calma pasmosa, tan seguro de sus trabajadores que daba envidia. Cuando acabó recibió aplausos.

A fin de cuentas, la ceremonia inaugural de la competición regional se realizará en el mismo lugar, hoy mismo. ¿Cómo? Es sumamente difícil de explicar.

En Costa Rica, sectores de la prensa hablarían de muertos, los escombros seguirían por todo lado, las presas por los mirones serían interminables y el Gobierno estaría aprobando el siguiente paso en un mes de sesiones en la Asamblea.

Quien sabe cuándo las cosas volverían a ser normales de nuevo. Y lógicamente los Juegos estarían suspendidos de por vida.

Aunque también hubo otros daños en el resto del país, tal vez la eventualidad no tuvo una gran magnitud, fue más limitada. Para un extranjero es difícil de determinar con este ejemplar accionar.

Aún así, un soldado (de esos de películas, valga mencionar) confesó que en Puerto Rico, tales sucesos no pasan nunca.

Sin embargo, fue un gusto observar cómo los diferentes entes trabajaron por un bien común, con la única misión de solventar la situación. Sin ningún interés de por medio. Un gran ejemplo.