La surfista nómada eligió Costa Rica cautivada por Matapalo y el gallo pinto

Es tanto el amor que le tiene al país que aunque habla poco español, una parte de sus ingresos están destinados a obras de bien social en la Península de Osa

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Brisa Hennesy habla poco español, en los últimos meses se ha esforzado por retomarlo, no obstante su vida de surfista profesional, la cual la tiene con constantes viajes por todo el orbe, dificultan este deseo.

De vez en cuando tiene chance de practicar con su mamá, empero desearía más tiempo para poder perfeccionarlo. Brisa, costarricense de nacimiento, pero de papás extranjeros, ha tenido como su lengua materna el inglés, aunque su corazón es totalmente tico.

Hennesy vivió solo ocho años en Costa Rica, pero eso fue suficiente para enamorarse de una tierra que 13 años después le da la oportunidad de estar en la élite del deporte internacional: los Juegos Olímpicos.

En Matapalo, cuando era pequeña, conoció el gallo pinto, también del mar y el calor. Sin embargo, ella siempre comprendió que su vida era un ir y venir intenso, porque esa fue la forma que sus padres eligieron para desarrollar su familia.

Su madre japonesa y su padre un deportista nato, oriundo de Hawái y con amplio recorrido en la pesca deportiva internacional la llevaron a amar el mar como si fuera su hogar. Si algo caracteriza a la familia Hennesy es que siempre han tenido una playa cerca.

Brisa aprendió en Costa Rica a correr detrás de animales, en los bosques que rodean el sector de Matapalo se acostumbró a disfrutar con la riqueza que tenía a su alrededor y viviendo en muchas ocasiones únicamente con la luz del sol y recursos que provenían de la propia naturaleza desarrolló una visión de vida muy diferente a la de cualquier adolescente.

“De Costa Rica tengo grandes recuerdos, fue donde aprendí a surfear. Mis padres crearon una escuela de surf y enseñaron en la playa de Pan Dulce (Península de Osa) y nunca más quise salir del mar. Tengo en mi memoria correr con los animales y ver los ríos y los hermosos paisajes, antes de dejar aquel hermoso lugar”, describió Hennessy.

Henessy en el país era una especie de ‘mito’, como si los residentes de playa Pan Dulce sabían que había una sirena en la zona, quien dominaba a su antojo las olas, no obstante cada vez que alguien la quería ir a ver su presencia se esfumaba.

No era una cuestión pensada de parte de Hennesy y su familia, sino que simplemente ellos son nómadas de la vida.

“A Brisa sus padres siempre la llevaron por el camino del surf y si usted está metido en el surf y lo quiere agarrar de forma profesional debe entender que usted pierde su nacionalidad. Vamos a ver un surfista que busque el profesionalismo tardará de 200 a 300 días del año fuera del país que reside, eso quiere decir, que no reside en ninguna parte y así ha sido la vida de Brisa desde que está pequeña”, afirmó Carlos Brenes, uno de los principales expertos del surf nacional y amigo de la atleta.

“Mi familia y yo nos llamamos nómadas sin hogar. Prácticamente no tenemos un domicilio. Vivimos con una maleta. Ahora tengo mi maleta aquí, pero siempre estoy lista para mudarme. Pero si estoy con mi familia, siento que estoy en casa”, explicó en una nota que le hizo la organización de los Juegos Olímpicos.

Brisa inició su carrera en el surf representando a Hawái, isla que en los Mundiales de Surf tiene la autorización para tener su propia representación, aunque pertenece a Estados Unidos. Empero una conversación cambió su vida por completo.

En unos Juegos Mundiales en la categoría Júnior, la también costarricense Leilani McGonogla le hizo saber a Brisa que podía competir representando a Costa Rica; esta aseveración representó un antes y un después para la atleta.

Aunque Brisa ha vivido en muchos lugares, la surfista le tenía un especial cariño a sus días en Matapalo, por ende a Costa Rica.

De esta forma, ni todas las facilidades que podía representar la nacionalidad estadounidense en su profesión, ni las impresionantes olas de otros lugares del mundo le quitarían el lugar que tiene Costa Rica en el corazón de la deportista.

“La gente no termina de comprender y hay cierto recelo por el tema de que Brisa olvidó su español, pero lo que acá hay que ver es que es ella la que elige correr por Costa Rica y con esa decisión pues Costa Rica se gana de un pronto a otro una atleta de talla mundial”, describió Brenes.

Randall Chaves, presidente de la Federación de Surf, en la época que Brisa consiguió el boleto olímpico agregó:

“Aunque ella representa en una justas a Hawái, en el momento que ella se da cuenta que puede correr por Costa Rica... No lo piensa dos veces, inmediatamente lo decide y comenzamos a movernos. La exposición para el país es tremenda, porque imagínese que ella es la única centroamericana corriendo el Tour Mundial”, pronunció.

Hennesy es tan amante del mar como de la cocina, su otra gran pasión. En esta actividad también se denota el lugar que ocupa Costa Rica, porque en su dieta no puede faltar el gallo pinto; ella se pule en hacerse el propio.

Por su parte, Brisa le demuestra constantemente al mundo que es tica. Las tablas de competencia cuentan con la bandera nacional, también se preocupa constantemente por dejar en claro su compromiso con el país, sobre todo con su lugar feliz: Matapalo.

“Nunca corrió el circuito nacional y eso ha hecho que algunas personas no sientan la identificación, pero hay cosas de Brisa que no se saben o al menos no son tan públicas, pero hace un año donó un año de salario para ayudas sociales en la Península de Osa y constantemente ella vive preocupada por lo que pasa por allá”, contó Brenes.

Brisa Hennesy es una nómada por el surf, donde es competitiva, es fuerte, pierde la dulzura, pero fuera del agua es una enamorada de Costa Rica.

Ella nunca lo ha dicho, pero con sus acciones queda claro que siempre lleva a Matapalo en su corazón, esa región del Pacífico costarricense que conquistó a una niña que se enamoró de su naturaleza y le dio a Costa Rica una presencia olímpica y el anhelo de una medalla.