La máquina teutona aplastó a Australia

3 Excelente ritmo de juego y contundencia fueron parte del gran espectáculo alemán en la goleada de 4 a 0

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Solo bastó unos cuantos minutos para que la máquina alemana carburara y entrara en calor y así diera inicio el gran espectáculo.

Ayer, Alemania demostró una contundencia excepcional al golear 4-0 a una Australia que poco puro mostrar y que simplemente no aguantó el ritmo teutón.

Al fin, un equipo calentó el Mundial y ofreció un show a la afición africana que hasta el momento no había podido saborear un futbol de calidad digna para un Mundial.

Pero la Mannschaft demostró ayer que no se vale de figuras individuales para ganar partidos, ya que este engranaje lo mueven los 11 jugadores titulares, póngales el nombre que usted quiera.

Con una sincronización increíble, prueba de esto fue ver que hasta cuando están en fuera de juego, logra coordinarse para no estorbarle en la jugada a su compañero habilitado. ¡Eso sí es coordinación!

Ritmo endemoniado. Desde el mismo inicio, Alemania tuvo el control del balón, del tiempo y de todos los movimientos de su rival. Por momentos se replegaba e invitaba a los australianos a irse al ataque, para inmediatamente armar un contragolpe de dos o tres pases.

Cuando los defensores australianos intentaban crear juego desde atrás, la máquina teutona los apretaba arriba hasta con cinco hombres, complicándole la salida a la zaga liderada por Lucas Neill.

Pese al gran trabajo colectivo, resaltó la figura de Lukas Podolski, el gran motor de este dinamo. Se mueve por toda la cancha, busca espacios y su compatibilidad con sus compañeros es tanta, que hasta podría hacer los pases sin ver.

El alemán nacido en Polonia, abrió el marcador en la primera parte y le devolvió el pase de gol a Thomas Müller en el tercero.

Podolski es la bujía en el mediocampo. Thomas Müller y Mesut Özil son los encargados de explotar los espacios que abre un un solitario Miroslav Klose en punta.

Cabe destacar que el delantero teutón no apareció mucho, pero siempre atrajo defensores, además estuvo atento para matar cuando el meta australiano Mark Schwarzer midió mal el balón.

Lo de Schwarzer se suma a la gran cantidad de errores de los porteros que se han visto en la Copa.

Alemania jugó a un ritmo endemoniado y bajo una sincronización perfecta. Tres, cuatro, cinco toques y una desplega por las bandas, buscando a Philliph Lahm por la derecha, fue la tónica del juego.

Bastian Schweinsteiger –un poco más retrasado– y Sami Khedira, fueron una pared en un medio campo que se asoma inexpugnable.

Uno devolvía la bola a un solo toque; mientras que con el otro fue un martirio para el juego que intentaron crear Jason Culina y Brett Emerton, volantes australianos.

De nada valió el repunte de los socceros en los primeros minutos de la segunda parte, que hacía pensar en una recuperación australiana.

Una tonta expulsión de Tim Cahill al minuto 55 se encargó de acabar con la ilusión y más bien terminó de sentenciar el partido en favor del equipo germano, el más joven de los últimos 76 años.

La victoria pone al engranaje alemán a un solo paso de su clasificación a octavos, algo eminente según lo reflejado ayer en Durban.