La extravagancia de Mayweather se opone a la cautela política de Pacquiao

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No solo el estilo de pelea separa diametralmente a Money y a Pac-Man, también sus personalidades: de un extravagante showman millonario a un silencioso aspirante a presidente.

De niño, en medio de problemas en su hogar, Floyd Mayweather Jr. soñaba con ser el hombre más rico del mundo y escogió en el gimnasio el camino para lograrlo. Puede que algunos miles de millones aún lo separen de la meta, pero nada le ha evitado aparentar en redes sociales como si ya fuera el magnate máximo.

Desde sus controversiales declaraciones, su inconmensurable petulancia –se dice más grande que el hombre que nunca tuvo reparos en llamarse a sí mismo el más grande: “más grande que Alí”–, hasta su pública amistad con el astro pop Justin Bieber... Money vive un reality show que él mismo propaga por Twitter, donde son constantes sus fotografías rodeado por montañas –y montañas– de dinero.

Es el sueño americano encarnado con guantes: batallar, prosperar y despilfarrar.

También, el rey Midas de Las Vegas que, casi como en la fábula, convierte en oro cada pelea.

Al otro extremo del mundo existe un comedido boxeador, de historia similar a Mayweather pero carácter distinto. Se presenta como el alma de un pueblo y ejemplo de superación. Las primeras peleas de Manny Pacquiao fueron para comer y sobrevivir en las pobres calles de Filipinas.

Es el congresista de su país que menos asiste a las sesiones y nunca ha logrado pasar una ley. Aun así, no se sonroja cuando dice que quiere ser presidente y podría lograrlo fácilmente. Su fortuna y fama definitivamente lo catapultarán políticamente en una de las naciones más corruptas de toda Asia.

Tan habitual es para Mayweather exponer su fortuna, como lo es para Pacquiao exponer su fe como cristiano renacido.

Quizá esas amplias diferencias expliquen en algo el por qué la llamada “pelea del siglo ” duró seis años para finalmente pactarse y tuvo capítulos previos tan álgidos como cuando Manny demandó a Floyd por comentarios racistas del tipo “voy a cocinar a ese (...) con los gatos y los perros”.