José Pablo Gil se apoya en su fuerza mental para volver al tenis, ahora en silla de ruedas

Sus pensamientos estaban enfocados en jugar en la élite mundial y aunque hace casi ocho meses un accidente de tránsito le puso pausa a ese sueño, el atleta que vive en él no lo deja desanimarse

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Cuando a José Pablo Gil se le consulta si tiene alguna posibilidad de volver a caminar, su respuesta es inmediata mientras sonríe y deja ver que la buena actitud es su principal fortaleza.

"Desde un principio me dijeron (los doctores), me recalcaron, me repitieron como mil veces, que ya no se puede y siempre les contesto: 'está bien, vamos a ver qué pasa', y me seguían diciendo que no y yo seguía diciendo: 'vamos a ver qué pasa'".

Gil destacó en el tenis nacional, fue una de los principales cartas de Costa Rica en este deporte y llegó a ser raqueta número uno en la Copa del Café.

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Sus pensamientos estaban enfocados en jugar en la élite mundial y aunque hace casi ocho meses un accidente de tránsito le puso pausa a ese sueño, el atleta que vive en él no lo deja desanimarse.

Producto del choque en el que estuvo involucrado el 19 de agosto del año pasado, el joven de 22 años, recién cumplidos, quedó sin movilidad y sensibilidad del pecho hasta los pies, tras una lesión medular completa.

Él habla sin reservas de la situación que vive actualmente, de la recuperación, de los momentos en que se desanimaba, pero sobre todo habla de lo bueno que le pasa, como volver a una cancha de tenis.

Ahora lo hace en una silla de ruedas que se convierte en su principal soporte y que, además, lo exige al máximo para aprender otros movimientos que antes no eran necesarios.

Lo mejor para él es verse de nuevo con la raqueta en sus manos, esa que tantas alegrías le ha dado desde niño, cuando le dijo a su papá, Alejandro Gil, que quería practicar este deporte.

"La sensación de pegarle bien a la bola es rico y volver a sentirme en una cancha, jugar con mi papá y con mis amigos, la verdad me hace sentir muy bien", cuenta Gil en su descanso entre la sesión de natación y el tenis, la semana anterior en el Club Deportivo Israelita, en el cantón de Flores.

Cuando habló con La Nación cumplía su tercer entrenamiento de tenis, por lo que el aprendizaje apenas se inicia, pero la técnica la conserva como antes.

"Hay ciertas cosas que hay que ir cambiando, algunas vueltas se hacen para otro lado; poco a poco uno va experimentado y probando".

Más adelante a José Pablo le gustaría recibir el asesoramiento de un entrenador que tenga experiencia con el tenis en silla de ruedas, con el objetivo competir.

"Mi meta es llegar a jugar torneos profesionales. El tiempo que estuve en el hospital pensé que ahora es una buena oportunidad para intentarlo otra vez y la verdad lo veo posible. Obviamente es un reto difícil, pero sí se puede".

Esa seguridad con la que habla la tiene desde antes del accidente y, aunque no le gusta presumir de ello, sabe que una mentalidad fuerte marca la diferencia.

Los avances en su cuerpo desde que salió de un coma de una semana son evidentes. Lo nota él, su familia, terapeutas y los doctores, quienes se sorprenden positivamente.

"Me gusta mucho esforzarme, dar más de lo que yo creo o que la gente cree que puedo. Llegó un momento en que no creí que esa fortaleza fuera tan grande, porque siempre pensé que me faltaba un poco más de mente en lo deportivo, pero estando en esta situación vi que sí tengo una mente fuerte, o por lo menos me ha ayudado a seguir en esto", afirma.

La actitud se la contagia a las personas que están a su alrededor, como a su entrenador de natación, Jonathan Solano.

"Para mí, José Pablo es un ejemplo de lucha, es un guerrero y para uno como su instructor es un placer atenderlo", asevera Solano.

Empezaron a trabajar juntos hace dos meses y rápidamente Jonathan se dio cuenta que tenía a su lado a un deportista de alto rendimiento.

"Es un atleta completo, en todo lo que hace se da al 100%. Cuando iniciamos tenía muy poca movilidad, casi que solo hacíamos flotación, para que sintiera el agua y pudiera relajarse. A partir de ahí, cada día hay un avance y ya realiza un buen número de piscinas en el estilo libre".

Para hacerlo, José Pablo se coloca un flotador en las piernas, para que estas se mantengan a flote mientras realiza las brazadas.

Antes del accidente le costaba más nadar, principalmente porque no le gustaba. Sin embargo, ahora es un deporte necesario en su recuperación y le tomó el gusto, como también lo hace con el baloncesto, en el equipo de Heredia.

"Gracias a Dios ha evolucionado muy bien, es duro, pero la entereza de él... verlo como estaba y ahora se levanta con ese ánimo, definitivamente lo motiva a uno a seguir", expresa su papá.

La vida de José Pablo cambió, pero la actitud ante ella no.