Guadalajara 2011 marcó camino del éxito para Nery

Gracias a consejos de entrenador, atleta utiliza ahora un ritmo constante en la pista

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Tras múltiples ensayos en la formar de correr, los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 llevaron a la excelencia al velocista Nery Brenes Cárdenas.

Antes de las justas tapatías, Nery tuvo dos formas: iniciaba las pruebas con gran explosividad, lo que restaba empuje en el cierre, o reservaba toda la energía para cuando se acercaba a la meta. Ambas fórmulas eran incorrectas en el alto nivel.

Los metódicos ensayos de su entrenador, Walter Salazar, le depararon una estrategia al correr según la cual mantiene una velocidad constante, lo que le deparó el oro en Guadalajara, con un tiempo de 44:65, el 26 de octubre del 2011.

Fue la única medalla para la delegación tica en esos Juegos.

Luego de los Panamericanos, Nery consolidó esa fórmula en dos competencias de altísimo nivel que, si bien no ganó, indicaban que el ritmo era el apropiado y le depararon finalmente el oro en el Campeonato Mundial de Atletismo disputado en Estambul, Turquía, el sábado trasanterior.

Antecedentes. El 12 de febrero de este año, en la Reunión Internacional de Hallen, en Karlsruhe, Alemania, paró el reloj en 45:90, pero su primer lugar le fue arrebatado porque cometió una “falta técnica”, al invadir un carril antes de la distancia permitida.

Una semana después, el 18 de febrero, en el Grand Prix de Birmingham, Inglaterra, Nery vivió una experiencia que calificó como “frustrante”, pues se cayó a falta de unos 20 metros para la meta, cuando se aprestaba a ganar.

“Walter es muy científico y experimenta mucho. Hasta el momento, hemos visto muchos ensayos, pero creo que ya encontró la fórmula. Nery se siente a gusto y le da resultados”, dijo Jorge Lobo di Palma, entrenador de atletismo.

En Guadalajara, Nery fue el primero en darse cuenta de que había hecho algo extraordinario. “Me gradué como corredor de 400 metros, al hacer una de las mejores carreras del mundo”, afirmó en México luego de ganar el oro.

Además de afinar su táctica, las justas del año anterior le permitieron trabajar la parte anímica, factor indispensable para cualquier campeón del planeta.

“Había un pequeño defecto, que yo había perdido el hambre, el deseo de ser el mejor del mundo y gracias a Dios se recuperó eso, la verguenza deportiva que los atletas tenemos y salí dispuesto a darlo todo”, explicó en Guadalajara.

El velocista retoma los entrenamientos mañana, luego de regresar al país el jueves y darse unos días de descanso tras alcanzar la cumbre del orbe en Turquía.