En carne propia

El ganador de la Maratón de Los Angeles cuenta su experiencia durante la carrera

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Sin duda esta es mi mejor victoria pues gané una maratón muy importante a escala mundial, como es la de Los Angeles, logré clasificarme para los Juegos Olímpicos de Atlanta 96 y establecer un nuevo récord nacional, centroamericano y de la competencia ya que era un nuevo trayecto.

Antes de que la prueba se iniciara, yo estaba tranquilo pues mi preparación había sido muy dura y sabía que estaba en buenas condiciones físicas para enfrentarme con los kenianos y mexicanos, que eran los favoritos.

Cuando salimos, yo me ubiqué dentro del pelotón de adelante que lo conformamos unas 75 personas. La salida fue muy rápida y los que iban jalando al grupo pusieron un ritmo muy duro, por lo que después de las dos primeras millas (3,2 km) decidí atrasarme un poco porque sabía que era una competencia larga y difícil, máxime que era un recorrido nuevo, y al final había mucha subida.

"Conejos" a la vista

En el kilómetro 16, ya éramos menos de 20 los que encabezábamos la competencia, pero preferí ubicarme a unos 100 metros de los líderes porque ahí iban dos "conejos" (atletas contratados para que corran parte de la carrera, pero deben llevar un ritmo fuerte para bajar el tiempo de la competencia) y eso podría afectar mi rendimiento.

Al pasar el 28 volví a conectar con los punteros porque los "conejos" ya se habían retirado y el paso era normal. En ese instante, éramos 12 en la cabeza y llevábamos un ritmo bueno, pero no demasiado fuerte. Esto me ayuda.

Una vez que observé el rótulo que indicaba que la meta estaba a 5 millas y media (8,5 km), comenzé a atacar en los "columpios" --terreno muy quebrado-- que hay casi al final del recorrido, y los brasileños y el mexicano se vinieron detrás mío. Al poco rato, se fueron quedando y en los últimos kilómetros quedamos el mexicano (Alfredo Vigueras) y yo.

Último esfuerzo

Seguí atacándolo porque él venía más gastado y estaba "colgando", ya no podía jalar; así que hice mi último esfuerzo y saqué fuerzas de flaqueza. Y en los últimos 1.000 metros me despegué para llegar primero.

Solo le di gracias a Dios porque había terminado la carrera pues tuve algunos problemas para poder correr. Las tenis especiales que iba a utilizar me llegaron después de la competencia, porque las mandaron desde Corea y se atrasaron. Las que utilicé son para pruebas cortas, lo que provocó que me golpearan más las piernas y se me hicieran varias vejigas de sangre en los pies.

Durante la carrera mi pensamiento estaba puesto en la línea de meta y nunca me pasó por la mente la lista de premios que podía ganarme, ya que si lo hubiera hecho no gano por la desconcentración.

Espero que ahora que gané una competencia importante, el Gobierno me respalde un poco porque nunca hay apoyo para el atletismo, y todo lo que he ganado se lo debo a mis amigos que me han ayudado para participar en este tipo de eventos. A ellos, a mi familia --especialmente a mi esposa e hijas--, y a todo el pueblo de Costa Rica les dedico este triunfo. (Adaptación de Renger Infante M., colaborador de La Nación.)