El triunfo no explica todo

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Johannesburgo.  “El que gana siempre es el mejor”, afirma un latiguillo futbolero. Lo utilizan los técnicos tras una derrota, como un mensaje doble: 1) Para no aparecer lloriqueando y buscando excusas. 2) Como ironía, porque la generalidad del público lo único que valora es eso: el marcador. Pero no es la verdad. Es el equivalente a “el cliente siempre tiene la razón”. Tampoco es veraz; miles de veces no la tiene.

Si el domingo es campeón Holanda, el mundo hablará de la Naranja Mecánica (ya habla), de maravilloso funcionamiento, de “inteligencia táctica” (Dunga también era de los entrenadores “inteligentes”). Los que abusan de la mala memoria del público incluso evocarán grandes partidos ante Dinamarca, Japón, Eslovaquia' Tildarán a Sneijder como mejor jugador del mundo...

Holanda es un equipo sobrio, con un aparato defensivo altamente confiable (comienza por De Jong y Van Bommel, los dos destructores del medio, y sigue con los cuatro del fondo, atentos, enérgicos, muy aplicados a la marca), con un volante-delantero inteligente y movedizo (Kuyt) y dos ofensivos con buen pie, como Robben y Sneijder, cuya máxima virtud es la pegada y explica casi toda la campaña holandesa: la mayoría de sus goles son por el excelente remate de los dos exjugadores del Real Madrid. Si aquel inolvidable equipo de Rinus Michels de 1974, un millón de veces mejor que este, hubiese tenido dos fusileros como estos, habría ganado la final del mundo. La explicación de por qué fue campeón Alemania tiene nombre y apellido: Gerd Müller (modestamente, el más fabuloso marcador de goles que este cronista haya visto, junto con Pelé).

Bert van Marwijk logró, sin duda, una escuadra competitiva con un esquema sencillo. De ahí a calificarlo como “mejor equipo del mundo” hay un abismo.

Estéticamente es hasta menos que la Italia del 2006. Aburrió en la mayoría de los partidos, tuvo fortuna y varias decisiones arbitrales a favor. Su máxima virtud fue darle vuelta al juego ante Brasil.

También ahí tuvo la pata de conejo: Sneijder tiró un centro que se hizo gol, Julio César mediante. Eso cambió el partido.

El Balón de Oro recaerá posiblemente en Xavi o Sneijder. Xavi es un crack inmenso, un jugador de todos los tiempos. No obstante, brilló en su auténtica dimensión en un solo partido: la semifinal. Sneijder pateó 8 ó 10 veces al arco y anotó 5 goles. Meritorio. Aunque en tres de ellos la pelota viboreó , rozó en rivales. Ahora bien, ¿alguien recuerda una jugada brillante de Sneijder? No dos ni cinco: una sola. Memorizamos 20 maniobras magistrales de Messi; de Sneijder, ninguna. Pero si nos atrevemos a decir que Messi jugó mejor que Sneijder deberíamos refugiarnos en una embajada.

Si un jugador merece el Balón de Oro por rendimiento, por goles, por inteligencia y sentido colectivo es Diego Forlán, figura enorme que tuvo seis partidos fantásticos. Es probable que gane el Balón de Lata. Porque el triunfo suele deformar todo. Tiene un efecto amnésico.

Lo mismo acontece con el equipo ideal del torneo. Al menos cinco jugadores uruguayos merecen integrarlo: Victorino, Fucile, Diego Pérez, Forlán y Suárez. Pero si los ponemos nos recomendarían hacernos ver por un profesional (manera elegante de decirle a alguien que está loco). Otro tanto pasa con la actuación suramericana. Como no tendrá al campeón, “el futbol suramericano ya no es lo que era”, leímos. Fue, por lejos, la mejor participación suramericana en la historia moderna de los Mundiales.

Un continente de 10 países tuvo cinco en el Mundial, los cinco pasaron a octavos de final (cuatro ganando su grupo), cuatro llegaron a cuartos y uno a semifinal. Lo notable es que, además de Brasil y Argentina, que siguen siendo potencias (lo mismo que Italia y Alemania, porque lo determina la cantidad y calidad de futbolistas y entrenadores que tiene cada uno), se ensanchó la base de calidad. Uruguay volvió al lugar que su historia le reclamaba: el de protagonista. Cayó con Holanda sin Lugano, Fucile y Suárez, con Forlán sentido, un handicap demasiado grande. Y hubo una montañita de fallos: el segundo gol de Holanda en off-side , la no expulsión de Van Bommel, un avance de Cavani que se iba solo cortado por un fuera de juego inexistente, el planchazo de Van Bommel previo al gol de Van Bronckhorst que Irmatov ignoró.

Paraguay acudió con la mentalidad de llegar bien arriba. Y si Cardozo metía el penal, España podía atacar una semana que no le iba a hacer un gol. Chile no fue a conocer Sudáfrica: vino a dar guerra grande. Suramérica no llevó al Mundial selecciones simpáticas como Argelia, Eslovenia, Nueva Zelanda, Grecia, Corea del Norte' Llevó cinco equipazos.

Rooney y Drogba, los dos mejores delanteros del mundo, salieron en silencio y por la puerta de atrás. Pagaron el precio de estar en equipos malos. Pero son 150 veces superiores que Van Persie. Aunque este sea campeón mañana.