Dixiana Mena revela los obstáculos que superó para ver a Andrea y Noelia en los Juegos Olímpicos

“Para llegar a una marca olímpica, las mujeres y los hombres tienen que pasar por las brasas’. Así describe la madre y entrenadora de Andrea y Noelia Vargas el esfuerzo realizado

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El proyecto familiar de estar en unos Juegos Olímpicos se pudo cumplir a cabalidad por parte de la entrenadora Dixiana Mena y sus hijas Andrea y Noelia Vargas.

La ilusión de verse en las justas de Tokio 2020 fue un objetivo que las hizo afrontar dificultades, superar obstáculos e incluso convencer a propios y extraños de que el trabajo era el correcto a pesar de que algunas personas dudaron de sus capacidades.

En una conversación informal, la estratega le reveló a La Nación algunas de las situaciones que marcaron el camino, donde las palabras claves fueron planificación y trabajo duro, que concluyó con un noveno lugar de Andrea Vargas en los 100 metros vallas, con tiempo de 12.69 en la semifinal, y a la espera de la actuación de Noelia, el 6 de agosto los 20 kilómetros marcha en Sapporo.

¿Cuál es el sentimiento que le embarga el haber cumplido su proyecto de ser una familia olímpica?

Mucha satisfacción y mucho orgullo, porque no solo logro dos marcas olímpicas con dos atletas, sino que además son mis hijas. Es como cumplirles y darles la oportunidad que ellas pudieron estar donde ellas querían llegar. Es lindo, un sentimiento bonito.

¿Qué se necesitó para lograrlo?

Hubo compromiso, mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucha planificación, a veces acertada, a veces no tan acertada. A veces con “problemillas” en el camino, como la pandemia, que ha sido difícil, pero lo hemos podido sobrellevar. Es como eso que cuesta y usted trabaja año con año con ilusión. En nuestro caso, siempre con miras a unas justas olímpicas y plasmar eso en dos eventos muy diferentes. Para mí es muy lindo, muy importante. Me llena montones que yo me dedico a esto y puedo lograrlo.

¿Cuán complicado fue el inicio, cuando usted decide ser entrenadora, a pedido de Andrea, que era una niña y lloraba porque quería ser mejor?

En ese entonces cuando tomé la decisión de ser entrenadora no fue fácil. Me llevó mucho tiempo asimilarlo, jamás creí llegar a donde llegamos. Eso sí, fue muy confuso al principio, pero pude ubicarme bien psicológicamente y mentalmente y con deseos de trabajar, que es lo más importante. Yo logré plasmar eso y logré pensar que si ellas querían eso (ser atletas olímpicas), ¿por qué no? Hay que intentarlo, se dé o no se dé, hay que intentarlo. Nunca debe ser suficiente, uno siempre debe ir para adelante.

¿Cómo se le dio vida a un proceso como el de ustedes?

Es difícil, porque al principio cuesta un poquito que las cosas salgan en una temporada. Uno con el tiempo va logrando que se vaya plasmando, cada día más, pero es bien difícil, no es tan fácil. No es como coger y moldear barro. No, es un proceso más complejo, lleva diferentes aspectos, psicológicos y físicos, madurez, disciplina e inteligencia. No todos pueden plasmar esos objetivos que se quieren, porque a veces hay muchas limitaciones que se deben ir venciendo. Hay que animarse y aunque uno no sea el mejor, usted lo intenta y lo vuelve a intentar y busca la mejor manera de plasmar esos objetivos para lograrlo.

¿Existieron dudas?

Al inicio es muy confuso, duda que se puede llegar, solo el tiempo le va diciendo a usted que sí se puede. El atleta le va diciendo a usted que sí se puede, el proceso en sí le va respaldando esa idea: que sí se puede. Es difícil porque es algo incierto, pero es sobre lo que usted quiere trabajar, a dónde quiere llegar. ¿Qué cuesta? Muchas cosas son difíciles en este camino, no es fácil. Le puedo decir que para llegar a sacar una marca olímpica, las mujeres y los hombres tienen que pasar por las brasas. Así le llamo a ese camino. Por las brasas, es muy difícil, son entrenamientos muy duros, con una muy buena planificación, porque son muchos aspectos que hay que abarcar, no solo son los aspectos físicos, es un proceso climático, temperaturas, humedad, frío, calor, viento. No solo es vaya y haga vallas o vaya y haga marcha.

¿Qué fue lo más difícil? ¿Cuándo no creían en su trabajo e incluso decían que a usted le hacían las planificaciones o cuándo no creían en la capacidad de sus hijas?

Le voy a ser sincera. Lo más difícil es concentrarme en mí misma y trabajar. De las cosas más importantes, que creo nos han ayudado montones, es dedicarnos a hacer cada una lo que nos corresponde. Es duro ignorar que no creen en nosotras. Pero seguimos y seguimos trabajando hasta ir plasmando esos objetivos, que no se logran muchas veces en cuatro años, ni en un ciclo olímpico. Eso se inicia mucho más atrás.

¿Qué más se debió vencer en el camino?

Es muy difícil cuando uno como entrenador se está esforzando en una temporada y llega otro entrenador y le dicen a uno: ‘Qué lindo cuando a uno le ponen el trabajo en las manos’. Es difícil escuchar eso, porque salen sentimientos y pensamientos feos de uno. Ahí es donde uno debe sentarse y decir ‘no’, con esto no me identifico, porque he trabajado, me esforcé y he creado mucho de ese trabajo, pero a veces salen esos pensamientos que duelen y que hieren y da hasta “colerilla”.

¿Cómo ignorar a esas personas nocivas?

Uno debe pensar que no se puede controlar lo que las personas hablen o expresen. Que nos quieran perjudicar o por el contrario, que nos quieran ayudar, eso no lo puedo controlar. Yo sí puedo controlar lo que yo pienso, lo que yo trabajo, hago y quiero, eso sí lo puedo controlar. Igual Andrea y Noelia también se enfocaron en eso, en creer en ellas, y no dar tanta importancia a lo que está alrededor, porque eso es como un juego negativo, muy negativo. Si ponemos atención a muchas cosas que no son ciertas, que la gente se inventa, no vamos a poder plasmar lo que uno quiere y hacerlo de forma independiente.

¿Qué tanto les afectó la pandemia del covid-19?

Fue una gran dificultad para nosotras, pero lo más importante fue concentrarnos en el trabajo propio, hacer diariamente lo que a mí me corresponde, haga frío, haga calor, solo me concentro en lo mío: a trabajar. Noelia se concentra en lo de ella y Andrea en lo de ella y eso ha hecho que la gente crea en nosotras. El año 2020 fue muy difícil, un año donde tuvimos a Andrea con una pequeña lesión y en donde buscamos escenarios que jamás habríamos usado. En el caso de Noelia, buscar potreros y el monte para entrenar, por lo que había que darse la oportunidad, aunque fuera muy difícil había que trabajar, no cansarse, seguir trabajando y trabajando, aunque lo de afuera esté un poquito adverso uno debe seguir trabajando sobre la planificación, modificando, aplicando, agregando, quitando. Por ejemplo, si se suspende una competencia buscar otra, pero siempre tener la mira puesta en lo que uno quiere.

¿Lograron todo lo que se propusieron?

Siempre estamos buscando pequeños detalles para mejorar no sintiéndome que es suficiente, porque nunca voy a sentir que es suficiente. Si llego a sentir que estoy muy bien, al contrario busco qué más puedo mejorar. Si llegué al 100 busco el 200, porque siempre tenemos que buscar, no puedo dejar que ellas se sientan cómodas, nunca las dejo, siempre ellas pueden dar más.

¿Qué le dice a la gente que en el pasado no creía en su trabajo?

A esas personas les agradezco por cuestionarme, gracias por hacerme sentir lo contrario que yo vivía. Me impulsaron a ser mejor, a seguir, a que yo buscara. Quizás si nadie me hubiese criticado me hubiese sentido muy cómoda en donde estaba, pero al recibir las críticas y una serie de cuestionamientos eso hace que uno diga: ‘Yo puedo y trabajo para poder’. Uno tiene que creérsela, nunca hay que parar, siempre llevando protocolos de seguridad en todos los aspectos: alimentación, psicología, físicos, sí se puede. Esas personas a veces hacen una crítica que parece negativa, pero si uno lo ve a largo plazo es positivo, lo impulsan a mejorar, a seguir para adelante, sin importar lo que digan yo creo en mi trabajo.