Del hito a la fiesta

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Hay momentos que la historia suele transformar en hitos.

El que recoge el instante en que José Luis Molina rompió con su pecho la cinta blanca en la boca de la meta es uno de ellos.

Hito porque por primera vez en la historia un costarricense alzó exultante el puño de la victoria en la prueba madre del atletismo: la maratón.

Por eso no extrañó que una vez materializada la hazaña, la colonia tica en Los Angeles, que siguió expectante la competencia a la vera del camino, o presenció al borde del colapso el cierre de la carrera --cuando el mexicano Alfredo Vigueras amenazaba con enturbiar la gesta--, se lanzara a la calle.

La victoria prendió la mecha del festejo, que desembocó en la Suite 404 del 3540 Wilshire Boulevard, en el 90010 de Los Angeles, California, sede del consulado de Costa Rica, donde la cónsul Ruth García ofició de anfitriona.

La dilatada espera no minó el entusiasmo de decenas de compatriotas convocados espontáneamente para la celebración. A las 8 de la noche (10 p.m. hora de Costa Rica) una voz dio la alerta: "allí está José Luis".

"Tengo hambre"

Menudearon los abrazos y los besos. Con el cansancio estampado en el rostro, el corredor tuvo tiempo para todos.

"Lo único que he comido en todo el día es un pedazo de pan, un café, y mucha agua, pero aquí estoy viendo mucha comida y tengo hambre", bromeó ante una pareja con un niño en brazos.

Ante otro grupo, que no reparaba en rebuscar elogios para apellidar su gesta, comentó: "Estoy muy contento por el recibimiento que me han hecho.

Es muy bonito recibir este tipo de cosas en un país que no es el de uno", expresó mientras las notas del Himno Nacional inundaban el ambiente.

Aunque reiteraba sentirse cansado por el gran despliegue físico, ello no impidió que alternara el diálogo con sus compatriotas con espacios para atender a la prensa que lo acosaba.

"Después de la competencia me han entrevistado casi todos los canales, radios y periódicos de esta ciudad.

Aquí las cosas son diferentes porque apoyan mucho", manifestó.

La cónsul se tomó un respiro entre tanto ajetreo y sumó su voz al coro: "Es un orgullo recibir a un costarricense que ha venido a triunfar.

Aquí José Luis ha recibido todas las atenciones, al igual que otros corredores que también vinieron a participar en la competencia."

La gesta no se le fue a la cabeza. Ayer, apenas amaneció, José Luis corrió 45 minutos "para aflojar los músculos y no descuidar la preparación de cara a los Juegos Olímpicos".

Esa es su próxima meta. Ambiciosa, ¿verdad? (Participó en esta información Renger Infante M., colaborador de La Nación.)