Gilberth,  un virtuoso compañero

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A Gilberth Montoya Tencio lo conocí hace 25 años, a mediados de los 80, cuando hacía sus primeras armas como documentalista en la desaparecida revista deportiva Triunfo .

Recuerdo como si fuera hoy cuando se integró al trabajo del semanario, para empezar a montar el archivo de una publicación que tenía ya varios años de circular y no se había clasificado su información y fotografías con el orden que ameritaba entonces.

Y, en este aspecto, hizo una invaluable labor que facilitó el proceso de investigación de todos los miembros de la revista, para incorporar antecedentes y hechos históricos que le solicitábamos, para enriquecer los reportajes.

Su gran disposición al trabajo, su enorme vocación de servicio y su paciencia para atender las necesidades de todos nosotros fueron notables y ayudaron a ordenar el proceso de reporteo.

A lo largo de los años lo llegué a conocer más y comprobé que nunca renunció a ser atento, servicial, responsable, diligente, con iniciativa y deseos de superación.

No olvido la forma en que nos sentábamos a rebuscar en los negativos aquellas fotografías “vírgenes” o inéditas de los grandes hechos del deporte de la época, para dar los mejores ángulos en los proyectos especiales que se emprendieron en la revista.

Los resúmenes deportivos del año, las revistas especializadas de los Mundiales de futbol, el deporte en el siglo XX y las Olimpiadas, fueron publicaciones extras que agradecieron los lectores.

Por ejemplo, para los fascículos coleccionables Tiempos de Selección (1997), entendió la relevancia de rescatar todo lo relacionado a la historia del “equipo de todos” y su apoyo cercano fue vital. Hasta se ofreció a buscar en la Biblioteca Nacional datos que no se hallaban en ningún lado.

Ese era Gilberth. Estuvo presente en estos proyectos deportivos, con su aporte de documentalista que siempre agradecí. Una gran aptitud que heredó a sus compañeros de departamento.

Cuando me pasé al diario Al Día y luego a La Nación siempre hallé para nuevas iniciativas el apoyo incondicional de un hombre que nos dejó muy joven ayer, a los 44 años, víctima de las heridas sufridas el viernes anterior, en un accidente de la circulación.

Estaba al frente del departamento de Gestión Documental del Grupo Nación y el jueves pasado viajó a Liberia, Guanacaste, para cerrar una gira de capacitación a corresponsales del diario.

A su regreso a San José se dio esta fatalidad en la que también salieron heridos nuestros compañeros Silvia Artavia y Robert Miranda, ambos fuera de peligro.

Ayer, en La Nación , había un profundo sentimiento de dolor, tristeza y melancolía. No era para menos: un amigo del calibre de Gilberth nos dejó pronto.