Levante la copa: usted y yo estamos vivos

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Partieron Di Stéfano, Eusebio, Robin Williams, Tito Vilanova, Gabriel García Márquez, Chespirito, Shirley Temple...

Usted y yo estamos vivos.

Vivos están el gol; el profesor Keating en La sociedad de los poetas muertos , incitándonos todavía a disfrutar el día; el fútbol-arte; el coronel ; el “no contabas con mi astucia”; y la niña encantadora con cabellos de oro y pies sonrientes, que llena de color las películas en blanco y negro.

A punto de la cuenta regresiva; de la burra negra, la yegua blanca y la buena suegra; de las bombetas y los abrazos; de los deseos y los repasos; me basta saberme aquí, con usted allá, leyendo esta columna que me he propuesto escribir año a año hasta el día en que mi nombre aparezca después del “partieron”, en una columna que no será escrita. La inicié por allá del 2002 en Al Día -no lo tengo claro, pero tampoco importa mucho-. Hoy es hoy: usted y yo estamos vivos.

El Real Madrid por fin levantó la Décima, Holanda se confirmó como el campeón sin corona, murió la España del “tiqui-taca”, Alemania se proclamó campeona mundial, Saprissa sumó el título 30 y el 31, el Atlético rompió la hegemonía azulgrana y merengue...

Usted y yo no necesitamos de FIFA para levantar la copa y brindar.

La Sele hizo el jogo bonito y en Costa Rica hubo más abrazos, saltos y lágrimas que cualquier 31 de diciembre. Aficionados y abstemios festejamos por igual. Nos sentimos vivos gracias a una simple pelota que se estrella en el horizontal y pica en el césped, apenas adentro de la portería.

Con el recuerdo de ese gol, uno olvida la estrategia difusa en los primeros meses de gobierno del PAC, tras gastadas décadas con Liberación o la Unidad al mando.

Mejor 2014 tuvo el Papa Francisco, pese a sus dos finales perdidas: Argentina-Alemania y San Lorenzo-Real Madrid. Aún así, podrían premiarlo por “el pase del año”, en el Estados Unidos-Cuba, el balón filtrado que ayuda a romper con 53 años de embargo. Usted y yo no tenemos que esperar tanto para un abrazo a la distancia.

Con mucho que agradecer, lamento poco no haber jugado el 72 –año de mi nacimiento–, primer premio en la Navideña de Consolación. Me basta con saberme aquí, con usted allá, sintiéndonos vivos.