Durante los nueve años anteriores LeBron James puso grandes números, mas lo de esta campaña fue simplemente espectacular. Los registros combinados del Rey no engañan, fue absolutamente el mejor jugador del año.
James tuvo una Valoración de Eficiencia de Jugador (PER en inglés) de 31,67, muy por encima de Kevin Durant (28,29) y Chris Paul (26,38), dos jugadores que también están en el prime de sus carreras pero fallaron al avanzar durante la postemporada.
El PER es una estadística que combina el aporte de un basquetbolista en todas las facetas, no solo puntos anotados (ofensiva), rebotes (defensiva) o asistencias (creación de juego).
Dice mucho de lo completo que es un jugador pero bien puede ser un número cualquiera si no se acompaña por el éxito final.
Muchos astros elevan este número gracias a que juegan en equipos mediocres, donde la bola pasa por sus manos el 99% de las veces. Ese no es el caso de LeBron en este equipo de Miami.
Comparación histórica. Lo alucinante es que el PER de James en esta temporada solo es superado por dos jugadores históricamente: Michael Jordan (31.71) en la temporada 1987-1988, y Wilt Chamberlain en los años 1962 y 1963 –mucho antes de que el baloncesto fuera lo que es hoy en día–.
Esta puede ser una buena explicación de porqué el Rey casi se convierte en el primer Jugador Más Valioso (MVP) en ser votado de manera unánime en la liga. Solo un periodista dio su voto para Carmelo Anthony y no lo supo justificar.
Otro factor pesa para declarar a este LeBron como el mejor LeBron de su carrera, y es la madurez.
Ganar el título sobre los Spurs requirió de todo el impulso, fuerza y suerte que tiene el Heat en la bolsa. A su alteza nunca se le vio claudicar ni salir de su papel de líder.
Habla o grita, pero solo James podría haber hecho que Wade y los demás compañeros se metieran en las finales después de la paliza de 36 puntos en el tercer partido.
Ya está claro: en la actualidad el mejor jugador del planeta baloncesto es LeBron. Queda por ver de qué tamaño será su legado.