Las historias de unión en el deporte suelen tener antecedentes en el fracaso. A Boston se le aunó el elemento de la tragedia para crear una amalgama fuerte en el dugout del equipo que hoy es el campeón de la Liga Americana.
Del sótano del Este a la Serie Mundial, en una temporada. Pasando por un cambio de entrenador, el megacanje más grande en la historia del béisbol –aquel que envió a Adrián González y cuanto sobrante tenían las Medias Rojas a Los Ángeles–, el atentado de la Maratón de Boston y unos rostros que no volvieron a ver la luz.
Tras una desastrosa temporada 2012, en las Medias Rojas se hizo un punto y aparte. Olvidar al gran equipo que conquistó la Serie Mundial en 2004 y 2007, y empezar un nuevo proyecto.
El “B Strong” surgió después del ataque al maratón, en abril, y desde entonces está en el jardín central del Fenway Park. Así como toda la ciudad, el club se sumó a los llamados de unidad.
Casi por común acuerdo, la mayoría de jugadores patirrojos decidieron no volver a tocar una rasuradora. Las barbas que adornan sus rostros envían un mensaje clave: “ We stand together ”.
Un lema que va más allá del discurso y se muestra en cada celebración, cada carrera, cada acción dentro del diamante.
Los peloteros de las Medias Rojas se tienen confianza, están convencidos de que tienen una cita con el destino y darán todo para conquistar el título... Atributos que hacen temible a cualquier equipo en cualquier deporte.
David Ortiz, al igual que en el 2004 y 2007, es el símbolo de esa unidad. Grande como es el Big Papi, es el corazón de Boston.