Yo tengo la culpa con la Sub-20

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Esperaba arte, pases de pie a pie, gambetas, vértigo, desbordes, diagonales retrasadas, filigranas, asistencias y, por supuesto, goles. Esperaba mucho.

Esperaba triunfos sin apelaciones, una primera fase sin apuros, aficionados llenos de ilusión con las figuras del futuro y agentes frotándose las manos con los jugadores ticos, sin saber a quién mirar: ¿al delantero? ¿al volante? ¿al contención? Quizás a todos.

Esperaba mucho de una Sub-20 que se dio el lujo de prescindir de Gerson Torres, la revelación herediana recién contratada por el América.

De mi ilusión y optimismo no son culpables los muchachos, ni siquiera el Popoye Herrera. La culpa es solo mía, aunque sospecho que usted quizás la comparte conmigo.

Me ilusionaba una Sub-20, fogueada, curtida, con 500 entrenamientos –según su técnico–, nutrida por jugadores de la Infantil que en Chile 2015 llegó hasta cuartos de final.

Esperaba más que un equipo incapaz de abrir el cerrojo de El Salvador (0-1), salvado de otro marcador decepcionante tan solo por un magistral tiro libre ante Trinidad y Tobago (1-0) y victorioso ante Bermuda con el favorcito de un autogol de los caribeños (2-1).

Esperaba. Ya no. Curiosamente, no descarto que justo ahora, cuando espero todo (o nada), se dé lo mejor de Costa Rica en las etapas decisivas.

Un buen día, esos muchachos podrían ser capaces de enviar al fondo de las redes esas opciones que hoy sugieren tremenda ineficacia frente al marco, un despilfarro de la jugada de pared previa al remate.

La desilusión es, en cualquier caso, pasajera. Podría irse en unos días, a lo mejor en unos años. Se va con mejores resultados o con olvido.

Cuando el país era locura durante Brasil 2014, nadie recordó que Bryan Ruiz, Cristian Bolaños y Keylor Navas no lograron jugar un mundial juvenil.

De momento, la Sub-20 me quitó la ilusión. Aún así, sospecho se verá mucho mejor ante rivales que no se encierren y le jueguen de tú a tú.

La culpa sigue siendo mía. Busco razones para creer.