¿Y quién protege a los rudos?

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Suena el silbato Henry Bejarano, se inicia el duelo de los “gallos caseros”, parafraseando a Jeaustin Campos, ese enfrentamiento en el que Elías Aguilar y Marvin Angulo son los llamados a marcar diferencia.

Es hora de probar la congruencia de la campaña “protejamos al habilidoso”, impulsada desde diferentes frentes, incluyendo al técnico Carlos Watson –en defensa de Angulo– y a Hernán Medford –en defensa de Aguilar–.

Mal les cae –aseguró Jeaustin Campos– el exceso de protección. Se entiende, a su criterio, por qué jugadores como ellos, “gallos” en el campeonato nacional, no logran sobresalir en campeonatos de mayor nivel, cuando no les queda más que un “ahora quién podrá defenderme”, sin la protección de los árbitros ni el reclamo paternal de sus técnicos.

Interesante planteamiento el de Jeaustin, aunque bastante parcial. No es culpa del alarido, ese que se pega para impresionar al árbitro y pedir la falta, que algunos jugadores talentosos enfrenten dificultades para triunfar en un balompié de más fuerza, potencia y resistencia. La pregunta es: ¿tienen las condiciones físicas y la dinámica para triunfar en otras latitudes? Si la respuesta es “no” (y en este caso no hablo específicamente de Angulo y Aguilar), faltaría más que dejar de pedir la falta o la tarjeta para el rival.

Comparto con Jeaustin, sin embargo, mi desgano ante las campaña “protejamos al 10”.

Solo por llevar la contraria y así equilibrar un poco, impulsaré en La Nación la campaña: ¿Al rudo quién lo proteje? ¿Quién pide falta si la sufre Francisco Calvo, Johnny Acosta, Adolfo Machado o Randall Azofeifa?

Falta es falta, sin mirar a quién, así sea contra el rey de la gambeta o el de la pata de palo.

¿Acaso deben los árbitros proteger más a unos que a otros?

El habilidoso, el de regate en corto, en el que se deja la pelota, el que suele enganchar antes de pasarla, siempre estará más expuesto a recibir el golpe. Inevitable. Es su virtud y el precio que paga, si no entrega la pelota de primera intención. Está en él y en su equipo aprovechar los tiros libres y las amonestaciones que reciba el rival.

Por ahora, el Herediano - Saprissa se acaba de iniciar; tan solo espero que Henry Bejarano proteja al fútbol (y al rudo, también).