Un Rasta que no arruga la cara

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Nosara Algunas figuras sobresalen en el equipo nosareño. Algunos por sus historias; otros por su ideología y su forma de ser.

Pero una en particular se robaba muchas miradas y comentarios cada vez que llega el equipo guanacasteco a jugar.

Se trata de Harry Matarrita. Quizá muchos ni siquiera sepan como se llama, pero cuando mencionan al Rasta, saben muy bien de quién están hablando.

Padre de una niña de 9 años y otro pequeño de 2, se las ingenia para sobrellevar las responsabilidades del día a día.

Su especialidad es la pintura, pero cualquier “chamba”, como lo mencionó él, es bienvenida.

Su llegada al equipo se dio por invitación de su amigo Calanga , uno de los capitanes del club, y desde entonces se quedó, esto a pesar de las dificultades que en ocasiones –por lo general ante la falta de tiempo– lo hacían pensar en desistir.

“Lo que nosotros conseguimos esta temporada es algo muy grande. Fueron 10 meses de mucho trabajo y muchos sacrificios al combinar trabajo, futbol y familia. Muchas veces es difícil”, comentó con su peculiar semblante tranquilo.

La Nación no encontró al Rasta con una brocha y un tarro de pintura, como él mismo lo esperaba.

Los planes cambiaron de un pronto a otro y sus labores lo llevaron hasta la margen del río Nosara a recolectar piedra a mano que servirá para un acabado en paredes de algunas construcciones.

“Hay que hacer de todo; así es la vida”, expresó Rasta con una sonrisa dibujada en su rostro.