Tres inolvidables jugadas del clásico Alajuelense - Saprissa

Los redactores de Puro Deporte buscan en la memoria acciones que marcaron el duelo entre los dos grandes archirrivales

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Hay clásicos que pasan al olvido, pero otros se quedan para siempre, en un marcador, una remontada o una simple jugada. Una jugada entre miles que sucede para quedarse, para repetirse una y otra vez en la memoria de aficionados, jugadores, periodistas...

Hay jugadas como estas, que de pronto salen del recuerdo de los periodistas de La Nación, durante una pequeña pausa en el reporteo diario. Por un momento, dejamos las noticias de lado y echamos a andar el casete de las remembranzas. Quizás si hacemos este mismo ejercicio en unos diez años, alguno recordará el gol en el minuto 97 con que el Saprissa ganó este domingo con su primer remate directo.

1. Tiro libre espectacular

Antonio Alfaro: No recuerdo el marcador, ni siquiera quién ganó el juego de la temporada 99 (me huele a que fue empate), pero aquel tiro libre, en cambio, me resulta inolvidable. Frente a frente los archirrivales, dos jugadores acostumbrados a marcar la diferencia, en un duelo que con el paso de los partidos se convirtió en un clásico dentro del clásico: Erick Lonis (que entonces lo escribíamos con doble “n”, Lonnis) ‘versus’ Jozef Miso. El arquero saprissista de las paradas espectaculares contra el Matador rojinegro, enfrentados en el Morera Soto en un tiro libre, de esos que el goleador era capaz de dirigir al ángulo de la portería. Y así lo haría.

Miso cobra la falta cerca del vértice derecho del área, con un toque magistral sobre la barrera, en dirección al ángulo del mismo lado, con conva hacia adentro, fuerte, elevado, imposible para cualquier portero. La afición lo vive de pie, casi a punto del salto y la algarabía. El grito de gol sale de más de uno -como atleta que se roba la salida antes de tiempo- cuando increíblemente, de la nada, aparece el manotazo de Lonis en un vuelo espectacular. ¡¿Gol?! Miso lo reclama, la afición boquiabierta, Lonnis queda tendido en el suelo, nadie sabe si la pelota ingresó o no. Hoy todos seguimos sin tener certeza, así veamos la repetición una y otra vez. En un ángulo, parece golazo; en otro, una parada salvadora como pocas. No recuerdo qué pasó después: si la pelota fue al tiro de esquina o la despejó algún zaguero. Mi memoria se quedó en la espléndida ejecución de Miso, la espectacular parada de Lonnis y la incertidumbre eterna... El árbitro dijo “no”.

2. La exquisita gambeta

Fanny Tayver: El año pasado cuando tenía que hacer las notas previas para la final de la Liga Concacaf me puse a revisar antecedentes y me percaté de que Bryan Ruiz volvería a jugar un clásico hasta ese momento. No lo había hecho en el campeonato nacional, porque si bien es cierto hubo un pulso entre morados y rojinegros en Tibás, él no pudo estar, porque se encontraba expulsado. Entre los antecedentes apareció una jugada de antología, que terminó en gol el 16 de mayo de 2005.

La exquisita gambeta de Ruiz hizo que esa anotación en la ‘Cueva’ tuviera magia. A aquel jovencito flaco, de cabello largo y lacio sujetado con una cola le filtraron un pase. De inmediato arrancó con velocidad, hizo una faena para dejar en el camino a José Francisco Porras y a Jervis Drummond, quienes no pudieron reaccionar y no les quedó más que simplemente ver la pelota sacudiendo la red.

De vuelta al 2021, en la víspera de ese clásico que definiría el campeón de la Liga Concacaf recuerdo que en la conferencia de prensa virtual de Concacaf le consulté a Bryan por sus recuerdos de los clásicos que había jugado. El actual capitán de Alajuelense dijo que el más memorable fue el de la final de Concacaf del 2004; pero hubo otro pulso contra los morados que atesora, porque significó muchísimo para él.

“Mi primer gol que anoté en clásicos, que fue un gol después de seis meses de haber fallado un penal y haber perdido el torneo de Apertura en ese momento; pero me tocó anotar un gol en la semifinal del Clausura, fue mi primer gol en clásicos y lo recuerdo de una manera muy especial, así como haber ganado esa semifinal y el título ese año. Han sido tristes recuerdos y otros también muy bonitos que tengo en mi memoria y en mi corazón”, me respondió Ruiz en esa ocasión.

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3. Remontada con nueve hombres

Juan Diego Villarreal ¿Quién podría olvidar aquella acción cuando Gerald Drummond tomó el balón en los linderos de su propia área grande y en una veloz carrera dejó botado a cuanto rival se le cruzó en el camino hasta anotar?

Un morado quizás no, pero para un manudo fue su peor pesadilla.

El primer año de Alexander Guimaraes con el Deportivo Saprissa, en la temporada 1997-1998, fue testigo de una de las remontadas legendarias del cuadro morado ante su archirrival Alajuelense.

Se jugaba la final del Torneo de Clausura, para definir si los manudos se proclamaban campeones o bien sería necesario una Gran final, entre los dos más enconados rivales del balompié tico.

Una Liga muy superior había ganado 0-1 en el Estadio Ricardo Saprissa, con anotación del brasileño Rodinei Martíns, en el minuto 81, aquel 31 de mayo de 1998, y todo estaba listo para la celebración del tricampeonato manudo una semana después en casa.

Sin embargo, nadie contaría con que Guima haría una serie de cambios en su alineación y cambiaría la historia para siempre.

No fue sencillo para los morados, quienes perdieron por tarjeta roja a José Pablo Fonseca y Wálter Centeno, por lo que debieron afrontar la segunda parte del compromiso con nueve hombres.

Increíblemente, en el minuto 68, Alejandro Sequeira frustró el festejo manudo al anotar, luego de un servicio de Gerald Drummond y silenció un estadio Alejandro Morera Soto abarrotado.

Pero la historia no terminaría allí, pues Drummond, en el 83′, recuperó el balón y dejó en el suelo a Joaquín Guillén, a Luis Marín y a Alexander Machón Madrigal y luego de pasarle el balón por en medio de las piernas del meta Álvaro Mesén, festejó el 0-2.

Golazo morado, hombrada de los saprissistas ante la incredulidad de los erizos. Saprissa ganó el Clausura y 15 días después se proclamó campeón nacional, pero el gol de Drummond vivirá para siempre entre los mejores momentos de los clásicos.