Trampas de concreto

Los estadios Nacional, Saprissa, Fello Meza, Morera Soto y Rosabal Cordero tienen deficiencias arquitectónicas.

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La ausencia de políticas para brindar seguridad a los aficionados que asisten a los estadios, hace que esos sitios se conviertan en un laberinto de trampas que atentan contra la integridad de las personas.

Hasta en mínimos detalles, como la ubicación de una malla, la señalización de entradas y salidas, o la eliminación de alambrados, evidencian defectos.

Un recorrido por los principales estadios del país, realizado por un equipo periodístico de La Nación, con el respaldo técnico del ingeniero Mario Muñoz y del arquitecto Carlos Campos, determinó que la mayoría de las construcciones carecen de mantenimiento estructural y presentan serias deficiencias arquitectónicas.

Muñoz es ingeniero civil estructural graduado en la Universidad de Costa Rica, mientras que Campos es egresado de la Universidad Autónoma de Guadalajara y tiene una especialidad en arquitectura deportiva. Concretamente, efectuó investigaciones en los estadios Azteca, Jalisco y Tres de Marzo, en México.

Lo estructural

En el estadio José Rafael Fello Meza de Cartago, la gradería oeste de sol presenta agrietamientos importantes en parte de su estructura, los soportes metálicos -placas de asiento- que unen las vigas con las gradas están notoriamente oxidados. En caso de un sismo, esos factores hacen que la resistencia global de las estructuras disminuya.

De acuerdo con Muñoz, debido a la alta sismicidad en el país, el debilitamiento de uniones por oxidación podría aumentar el riesgo de que se genere un desplazamiento no deseado y, por ende, un desplome de graves consecuencias.

Una situación similar se da en el estadio Ricardo Saprissa, donde incluso algunas placas de asiento metálicas lucen sin las tuercas requeridas para su fijación, como ocurre en la gradería oeste de platea. Además, la corrosión en estado avanzado (descascaramiento de capas superficiales del acero) puede observarse en los sectores este de sombra, norte (sol) y oeste de platea.

Muñoz opinó que ello muestra la falta de mantenimiento, en virtud de lo cual se incrementa el peligro para los asistentes.

"Las estructuras prefabricadas, aunque en general cuentan con un adecuado diseño y cumplen con las normas de fabricación idóneas, deben de recibir mantenimiento periódico; de lo contrario, el deterioro es más acelerado", precisó.

Por todo lo anterior, la vida útil del estadio se reduce. Los expertos la calculan en 50 años. El Saprissa tiene 23 años de construido. El estadio del Cartaginés se edificó en 1945.

Respecto de la pared suroeste del Fello Meza se observó un desnivel -inclinación- hacia el costado que comunica directamente con la acera.

Con base en la inspección estructural, Muñoz aseguró que ello representa un latente peligro, no solo para los aficionados en el estadio, sino que también para los transeúntes.

Por otra parte, el techo del sector este de sombra del Ricardo Saprissa, muestra un acelerado deterioro en las cerchas, corroídas en sus puntos de soporte principal; igual sucede con las cerchas de amarre.

El profesional consideró que, de no verificarse la capacidad de esos puntos, dado su estado y aunado al hecho de que algunas columnas de apoyo tienen una apariencia poco alentadora, se corre el riesgo de una pérdida considerable en la resistencia de tal estructura, tanto en un evento sísmico como ante la fuerza del viento.

Demolerlo

Para el Estadio Nacional, el panorama es más crítico.

Un grupo de expertos contratados por la Dirección General de Educación Física y Deportes (DEFYD), recomendó -en 1990- la demolición de esa instalación deportiva, por considerar que no satisface los requisitos de capacidad, seguridad y funcionalidad.

"En el concreto chorreado en las graderías de sol y sombra se usó arena de mar que, además de contener sal, ha ocasionado gran corrosión en el refuerzo metálico", reza el informe.

También detalló que el estadio presenta fisuras en el concreto de las graderías, producto del natural deterioro y la falta de mantenimiento.

En contraste, el Alejandro Morera Soto -de Alajuela- es preservado eficientemente, según Muñoz y Campos.

La observación técnica efectuada por ambos constató que las estructuras metálicas cuentan con procesos periódicos de atención. Asimismo, las escalinatas de las graderías están bien aseguradas. "Ninguno de los elementos prefabricados presentan fisuras a la vista", agregó Campos.

Lo arquitectónico

El Eladio Rosabal Cordero, sede del Club Sport Herediano, tampoco escapa a problemas.

Campos encontró que el número de puertas de salida es insuficiente.

"Todo el desalojo se concentra en el costado suroeste, lo cual es contraproducente en caso de que surja una emergencia cuando los aficionados hacen uso de las instalaciones", recalcó.

Los pasillos intermedios de circulación son inexistentes. El pasadizo ubicado en el sector este de sombra es muy angosto y da directamente con el canal de desagüe que rodea a la gramilla, lo que constituye un constante peligro para los aficionados.

"Las personas que se ubican en el costado noreste tienen que recorrer 120 metros para llegar a la puerta más cercana, cuando lo recomendable es que la salida esté por lo menos a 30 metros", advirtió el arquitecto.

A su vez, los problemas de diseño son evidentes en los estadios del Cartaginés, Alajuelense, Herediano, Saprissa y Nacional.

En el reducto de la Liga los pasillos de circulación no cuentan con una apropiada distribución, lo que podría ocasionar tumultos en una situación de emergencia. Igualmente, la salida se concentra en el sector sur.

Además, por la ineficiencia arquitectónica, se dan las movilizaciones cruzadas (confluencia de personas en un mismo sitio).

Idéntica situación ocurre en el Rosabal Cordero, en el Fello Meza, Ricardo Saprissa y Nacional, según los expertos.

Las señales que indican entrada y salida, así como flechas y rótulos luminosos junto con las luces de emergencia, brillan por su ausencia en todos los estadios del país.

Mantenimiento

Para el ingeniero estructural Silvio Chavarría, funcionario de la empresa constructora Escosa, las platinas metálicas que fijan las graderías deben recibir un tratamiento periódico con pintura anticorrosiva.

Escosa fue la encargada de construir las gradas del sector sur y oeste del estadio Ricardo Saprissa, en San Juan de Tibás. Igualmente edificó las estructuras prefabricadas del Alejandro Morera Soto.

"Cada vez que ocurre un sismo de una magnitud considerable, es necesario revisar todas las estructuras para determinar si hay fisuras superficiales o daños mayores, que podrían generar el colapso de las graderías", indicó Chavarría.

No descartó que el continuo movimiento de los aficionados en un determinado sector del estadio pueda repercutir negativamente, hasta el punto de que la estructura llegue a ceder.