Sin leche ni fútbol

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“Mi café sin leche por favor”, le dijo al mesero la única mujer en una mesa donde cinco comensales con edades entre los 30 y 40 años compartían gallo pinto, huevos revueltos, natilla, plátanos maduros y pan tostado. “¿No te gusta la leche?”, preguntó uno de ellos. “Nunca me ha gustado, me cae pesada; ¡no la soporto!”, respondió la dama de cabello castaño, ondulado y largo.

La escena, real, tuvo lugar el pasado lunes 5 de octubre en el restaurante del Hotel Grano de Oro, ubicado en barrio Don Bosco, San José. En ese espacio de arquitectura victoriana hubo más que desayuno: tertulia, camaradería, risas. Sentado en la mesa de al lado fui testigo de todo ello al tiempo que leía un libro mientras esperaba a un amigo.

El grupo habló primero de vida matrimonial, soltería y —tema muy en boga— divorcios. Todos estos estados civiles estaban representados alrededor de aquella mesa situada junto a una fuente de agua que amenizó la conversación. Entre argumentos, anécdotas y chistes cada quien defendió su situación actual. Los casados: “Es más lo que se gana que lo que se pierde”. El divorciado: “La paz no tiene precio”. Y el soltero: “Cada día me convenzo más de quedarme solo, aunque sea a ratos”. La mujer a gusto con el tema.

Después otro tópico que nunca falta: los hijos. Sí, sus capacidades, talentos, caracteres, gustos, ocurrencias, preguntas, estudios, deportes favoritos, juegos predilectos, programas de televisión, música, adicción a la tecnología. El soltero, quien todavía no tiene descendencia, apeló a sus sobrinos para tener algo que aportar. La dama feliz con el tema.

En tercer lugar, los planes: trabajo, casa, más hijos, viajes, vacaciones, carro, finca, estudios de posgrado, emprendedurismo, exposiciones, retiro laboral, inversiones, atención de los padres… La mujer cómoda con el tema.

Por último un asunto siempre presente en una mesa donde hay hombres: el fútbol.

Messi flotando en el café. Ronaldo driblando los frijoles del pinto. Keylor Navas lanzándose sobre la natilla. Bryan Ruiz corriendo sobre los huevos revueltos. Joel Campbell en jugada de pared con los plátanos maduros. La dama se puso de pie, se despidió y marchó; al parecer, no solo la leche le disgusta, le cae pesada y no la soporta.