Selección Mayor Femenina, personaje del 2014

La Selección femenina clasificó por primera vez en su historia a un mundial mayor. El equipo tico disputará la Copa del Mundo de Canadá 2015.

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En tres meses ellas serán heroínas, pero aún no lo saben.Son las 5:30 a. m. de un acalorado lunes de julio, el gallo todavía entona su melodía y un grupo de muchachas emprende el trote ligero alrededor de las canchas naturales del Proyecto Gol, en San Rafael de Alajuela.

Por el momento, lo único memorable de aquella práctica mañanera es haber reunido al grupo.

Parece sencillo pero no lo es. Las jugadoras acomodan sus horarios de trabajo, presupuestan el dinero para los pases de bus y separan la oreja de la almohada cuando el cansancio del día anterior todavía hace mella.

El día es largo y no hay espacio para fruncir el ceño. La práctica es solo la primera tarea del día. Todavía les espera una ardua jornada laboral, tan necesaria que sin ella es imposible sostener el sueño mundialista.

La Federación Costarricense de Fútbol les da apenas un bocado, entre ¢25 mil y ¢30 mil en viáticos a cada jugadora, para que se ayuden durante los tres meses de preparación.

Algunos clubes colaboran con ¢50 mil de dieta al mes, otros simplemente les dan las gracias por romperse el alma en cada partido.

Los altos salarios, los carros lujosos y los estadios llenos son una utopía para esta Selección.

Las pulseadoras jóvenes ya están acostumbradas a recibir migajas, siempre ha sido así, desde que eran solo unas niñas ilusionadas con jugar al fútbol en la plaza del barrio.

A la delantera Carolina Venegas le da risa, y hasta un poco de congoja, escuchar por televisión los millonarios contratos de los varones. De pequeña se ponía los tacos y se les plantaba a los hombres sin complejos.

“Mejengueaba con ellos. En ese momento no se sabía nada del fútbol femenino. Recuerdo que admiraba a Ronaldo (el brasileño)”, rememora.

Cuando creció se dio cuenta de que era imposible aspirar a aquellos estruendosos salarios; no importa cuántas veces hubiese abombado las redes en las ‘canchitas’ del vecindario.

La realidad era tan distinta que algunas de sus compañeras en selecciones menores justificaban sus ausencias a las prácticas con la excusa más cruel: “no había dinero para los pases de bus. No puedo ir a jugar”.

Muchas veces, la entrenadora Karla Alemán, entonces parte del staff de la Fedefútbol, sacaba dinero de su bolsillo para solventar las carencias de las muchachas. Era parte del día a día.

En medio de esa angustia, se fraguó el carácter de un grupo dispuesto a prestar sus días libres y a encarar con sacrificio y trabajo el sueño de asistir al primer Mundial mayor femenino de la historia.

“No gano como profesional pero actúo como una profesional. El dinero no es algo que le importe demasiado a esta selección”, revela Venegas.

La semilla de la gran gesta fue cultivada durante tantas madrugadas, tres meses atrás. Y mucho antes en el corazón de cada jovencita.

Y era el momento de forzar las raíces de aquella siembra fértil en el Premundial femenino, donde Costa Rica tropezó tantas y tantas veces.

De sacrificios y coraje

El área de la Concacaf, potencia en el fútbol femenino, sirvió para evidenciar la evolución tica. Estados Unidos es bicampeón mundial y México posee todos los recursos para sobrepasar sin rasguños la ruta mundialista.

Con el paso del tiempo y un cúmulo de victorias en divisiones inferiores, Costa Rica equiparó el nivel, sin la inversión de sus homólogos, pero con el doble de pundonor y talento.

Las más ‘viejitas’ fortalecieron a una exitosa camada de futbolistas que acrecentó su nivel de juego con la participación en los mundiales Sub 20 de Alemania 2010 y Canada 2014; un híbrido altamente competitivo.

Ya había pasado mucha agua por ese turbulento río y las ‘chiquillas’, llamadas así por su técnico Carlos Avedessián, sentían que ese era el momento idóneo para escribir una nueva página.

A lo interno del vestuario, el discurso era convincente. Las líderes del grupo se comprometieron a empujar hacia a un mismo lado y el plantel sentía la necesidad de confirmar el potencial del equipo en la eliminatoria.

En las entrañas de las jóvenes se perseguía el deseo de continuar con el clímax de victorias que embriagó a Costa Rica tras un año inolvidable.

Lo hecho por la Tricolor masculina en Brasil sirvió como inspiración.

La gran referente del equipo, Shirley Cruz, viajó desde Francia sin el permiso de su club y exponiéndose a una fuerte sanción, con tal de jugarse su último chance de asistir a un Mundial.

El duelo inaugural ante México no se disputó en fecha FIFA, un hecho insólito que obligó a la capitana a tomar la medida más drástica.

El compromiso era palpable desde cualquier arista. Shirley guardó en silencio las congojas mentales que implica un posible despido, con la intención de evitar preocupaciones innecesarias dentro del grupo.

“No pensé en las consecuencias. Yo quería cumplir mi sueño de ir a un Mundial y el plantel estaba en la misma sintonía”, recuerda Shirley, bicampeona de la UEFA Champions League, pero sin un Mundial en sus vitrinas.

El carácter de la capitana fortaleció a sus compañeras en la fase inicial: dos triunfos, ante México (1-0) y Jamaica (2-1), suficientes para avanzar como líderes y jugarse el boleto ante Trinidad y Tobago.

Pero el fútbol es tan incierto que el partido se alargó hasta lo inesperado. Costa Rica, amplio dominador del duelo, no sentenció a las caribeñas en el tramo final y el marcador dictaminó un empate a uno.

Entonces, el destino nos llevó hasta el purgatorio del fútbol: los penales.

Esa tarde del 24 de octubre, nacería una heroína.

Vuelo mundialista

Dinnia Díaz, una talentosa guardameta que había abandonado su hogar en Sámara a los 18 años para cumplir su anhelo de jugar al fútbol, caminó hasta el larguero.

Estaba ahí por convicción propia. Una grave lesión muscular estuvo a punto de truncarle el sueño mundialista un tiempo atrás; por suerte para Costa Rica, no desmayó.

Marchó hasta el arco con un semblante imperturbable. No era el momento de perder la calma.

Así se los hizo notar a sus compañeras en la reunión previa a los disparos de pena máxima.

Nunca había disputado una tanda de penales tan importante, pero la vida le enseñó que esto era insignificante a la par de los obstáculos que sorteó en su carrera.

En el pasado, soportó las constantes muestras de machismo en la calle.

“El fútbol es para hombres”, le recalcaron muchas veces.

Nunca lo olvidó. Su fortaleza mental se nutrió de las ofensas y el menosprecio de los ignorantes.

“Hay que aprender a contrarrestar el machismo. Que nos traten como hombres y nos digan que el fútbol no es para mujeres es difícil”, cuenta.

Cuando llegó el momento de inflar el pecho y congelar los nervios, la portera estaba lista.

Se paró en la raya de sentencia, no soltó la mirada de la pelota, adivinó la dirección del remate y se lanzó al costado izquierdo... el primer penal detenido para Costa Rica.

Dinnia se persignó, el banquillo extasiado saltó y gritó de alegría; la gesta estaba muy cerca.

La imagen se repitió en el segundo cobro caribeño. Esta vez, la portera voló al otro costado. Inquebrantable se levantó, casi no celebró y miró al cielo en señal de agradecimiento.

Aún restaba un disparo. El más importante de su vida.

Se lanzó a la izquierda ¡Lo detuvo! La Sele avanzó al Mundial... pero Dinnia no se dio cuenta, no era consciente de lo que acababa de lograr.

Por unos segundos, pensó que la tanda no había terminado hasta que sus compañeras corrieron a celebrar la hazaña.

Ellas son heroínas, por fin lo saben.