Saprissa encontró en la banca las llaves para el cerrojo de Limón

Moya dio el triunfo a la S y vivió su primera velada memorable en la casa del Monstruo

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Exploradas todas las alternativas que ofrece el abundante ataque morado, Saprissa no tuvo más remedio que recurrir a la banca para abrir el buen cerrojo que Limón impuso en la Cueva . Allí encontró Jeaustin Campos la educada diestra de Marvin Angulo, para el centro, y el certero martilleó de Jonathan Moya, para el único gol del juego.

Más que los nombres, la clave de este Monstruo bicampeón es el camaleónico esquema que Campos ha desarrollado en sus cuatro meses de gestión como D. T.: de línea de tres o cuatro; uno, dos o cero contenciones, y todos los atacantes que sean necesarios. Si una puerta se bloquea, la S tiene cómo seguir tocando hasta encontrar otra entrada.

Temple caribeño. Limón FC ayer debutó en el Verano y lo hizo con buen augurio: supo incomodar en las primeras de cambio y se paró sin temor durante todos los 90 minutos del encuentro.

Elking Scoby se lució en el centro de la zaga, mientras que Carlos Picado y Kendrick Pinnock congestionaron la media a punta de puro pulmón.

Por eso, el ataque morado se vio tan contenido. Fueron pocas las ocasiones de gol antes de los cambios y habrían sido nulas de no ser por la incansable lucha de Ariel Rodríguez por romper con el orden de los defensores.

La inicial se fue con un solo remate directo del local, de Ariel cerca del entretiempo.

Ese dato refleja fielmente el escaso aporte de Juan Bustos Golobio, de bajo rendimiento en la tarea de ser el creativo.

También la forma en que fue controlado, en parte con marca brusca, Deyver Vega, ese trepidante hombre que casi siempre es el encargado de encender la chispa del ataque saprissista.

La Tromba fue inteligente y a partir de ese orden atrás se encontró con contragolpes peligrosos en los pies del atacante argentino Ismael Gómez o el laborioso e imparable Jossimar Pemberton.

La fórmula parecía perfecta y lo fue durante la mayor parte del encuentro. Incluso se extendió hasta la etapa complementaria, cuando el cero se agrandaba a medida que Limón se replegaba aún más en su propia área.

Mas Moya vino con la llave desde la banca y no tardó en revolucionar el ataque de su equipo.

En los primeros minutos en la cancha cabeceó frente al área chica, al 70’, y obligó al portero Jairo Monge a su intervención más apremiante hasta el momento.

No bastó el empuje del joven canterano saprissista y Campos acudió a sus otros ases guardados: mandó a Angulo y a Diego Estrada a aprovecharse de los ya agotados limonenses.

De ahí salió el tiro libre y el cobro casi perfecto de Angulo para ubicar a Moya, quien se adelantó a la defensa, cabeceó con precisión y salió corriendo a buscar el abrazo de Daniel Colindres, con quien celebró los tres puntos.

Al crudo minuto 79, más cerca de la otra orilla del río, Limón se hundió en el arrepentimiento al ver su corto tesoro perdido.

Mientras que Moya gritó su primer gol de morado en el sitio que él llama hogar, ese Ricardo Saprissa Aymá que anoche celebró con toda la ilusión de haber visto nacer a su nuevo ídolo.