Heredia. El panorama era difícil para Uruguay de Coronado; pero, como dicen, había que intentarlo. Exactamente eso fue lo que hizo el cuadro aurinegro anoche.
Tras el 4-1 del juego de ida, Saprissa quedó prácticamente con un pie en semifinales del Torneo de Copa Banco Nacional y ayer solo llegó a ratificar su clasificación.
Jugar en estas condiciones, permite bajar revoluciones y apenas pisar el acelerador en ciertos momentos. Prácticamente se vive de la renta, sobre todo cuando se tiene a tantos nombres de peso dentro del terreno de juego.
Más allá de esto, el cuadro morado se tomó con respeto el compromiso y al frente se encontró a un rival incómodo en velocidad y de muy buen trato con la pelota.
Las jugadas en sociedad de los uruguayos desnudaron los vacíos en la zona defensiva saprissista.
Las aproximaciones de Elberson Osorno infundieron miedo en la primera parte, al punto que una de ellas terminó por abrir el marcador al minuto 16, en un contraremate de Luis Pérez, desviado por Douglas Sequeira al meta Carvajal.
Pese a la ventaja, dentro del terreno de juego el dueño del balón era el Saprissa, que de inmediató contestó con remate de Deyver Vega al horizontal del arco uruguayo.
Ideas claras. El dominio morado se debió en parte a una tremenda circulación de la pelota, comandada por los pies de Diego Estrada.
Más que preocuparse por sacar la serie, para el técnico Rónald González era la oportunidad perfecta para pulir su estrategia, para acercarse con bocetos a lo que será el equipo para el próximo Torneo de Invierno 2013.
En ese proceso, no cabe duda, Estrada tendrá un mayor protagonismo y ayer su dinámica de juego constató que será el cerebro y caudillo dentro de la cancha.
El propio Estrada decretó el empate desde el manchón blanco, al transformar un penal cometido a su compañero Josué Martínez.
Antes, había mostrado lo mejor de su repertorio con pases filtrados a sus compañeros en ofensiva.
Mención aparte merece Douglas Sequeira, encargado de frustrar las faltas de respeto del rival.
Las esperanzas de Uruguay se diluyeron con el fusilamiento desde los once metros.
Con poco por hacer para revertir su destino, los coronadeños se encontraron con el segundo gol en contra al matar Josué Martínez de lujo con toquecito en el área al 62’.
Fue el punto y final para una historia con un desenlace más que conocido, pese al intento infructuoso del cuadro de Coronado.