Saprissa aruña su ‘37′ con un juego para enmarcar

Saprissa le ganó 2 a 0 a Herediano la ida de la Gran Final, pero la diferencia pudo ser mucho mayor. Los morados terminaron con un semblante alto, mientras Herediano se vio sumamente golpeado

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Gritó hasta que las venas se le marcaron en su cuello, alzó los brazos con locura y saltó como si estuviera peleando un balón en las alturas; así reaccionó un juntabolas del Saprissa cuando Kendall Waston marcó el segundo gol morado. Hugo Viegas, asistente técnico de Jeaustin Campos, sonrió y miró la gradería, tiró su pizarra y se puso a saltar y cantar como los demás saprissistas.

Por su parte, Mariano Torres tenía una risa que nadie le quitaba; en la acera del frente Esteban Alvarado tenía la mirada perdida, Hernán Medford caminaba cabizbajo y los jugadores del Team prefirieron no hablar en el terreno de juego y se fueron rápidamente al camerino.

Saprissa puso su mano a un centímetro del cetro y ya lo acaricia con las uñas. El Monstruo fue ampliamente superior a Herediano, borró por completo al conjunto dirigido por Hernán Medford y aunque ganó 2 a 0, bien pudo irse con una ventaja de cuatro o cinco dianas.

Esteban Alvarado fue la figura del partido, porque le negó la anotación a Mariano Torres, también a Orlando Sinclair, le sacó un tiro a Kendall Waston y también frenó acercamientos peligrosos de David Guzmán y Luis Paradela. Sin Alvarado, el partido de vuelta no sería necesario.

El cuadro dirigido por Jeaustin Campos salió desde el primer minuto con la clara intención de arrasar. Las subidas por las bandas de Álvaro Zamora y Paradela fueron constantes, al igual que las diagonales de Sinclair.

La S creó varias ocasiones, sin embargo un tema que en Herediano sabían podía ser determinante, la táctica fija, terminó siendo el punto de diferencia.

Un tiro de esquina cobrado de forma magistral por Mariano Torres fue enderezado por Sinclair para el 1 a 0 y ya sobre el cierre del duelo Waston puso el 2 a 0 al empujar el balón después de una asistencia más de Torres, pero ahora desde un tiro libre.

Medford en cada ocasión reaccionó igual: mirada al césped, suspiro profundo y una cara seria, además de constantes movimientos de negación.

Del otro lado, Jeaustin aplaudía, pero mientras la algarabía invadía a todos los que lo acompañaban en el banco, él prefería buscar su pizarra y un marcador para dibujar movimientos y de esta forma reacomodar a sus pupilos en el campo de juego. Como sucedió cuando marcaron el primer gol; ahí decidió pasar a Ricardo Blanco para que continuara dejando sin aire a Gerson Torres.

Saprissa hizo un partido para enmarcar, ya que su seguridad defensiva fue notable, al punto que Kevin Chamorro no tuvo ninguna ocasión apremiante; en cambio el caudal ofensivo fue como un aguacero: constante y sin tregua.

Los morados además de poseer un buen momento colectivo también tienen individualidades que están un escalón arriba que sus propios compañeros y adversarios.

Luis Paradela con la pelota en los pies es incontrolable, al punto que para detenerlo a lo que recurren es a la falta. Fidel Escobar es una muralla atrás: no tiene problema en controlar a futbolistas hábiles o fuertes, de hecho gana sin mayor inconveniente sus encontronazos. Youstin Salas y Ricardo Blanco dominan sus bandas a placer.

Y uno que merece mención especial es Mariano Torres. El argentino administra la pelota, saca su jerarquía y decide a qué ritmo quiere jugar el partido. Cuando la pelota pasa por sus pies, el Monstruo carbura y consigue hacer partidos diferenciales para su beneficio. Huele a 37.