¿Sabe el secreto del buen novato?

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¿Sabe usted la diferencia entre una joven promesa y un novato destrozado por el rival?

Muy simple: primero, un buen equipo que lo respalde; segundo, un técnico inteligente que así lo entienda.

Lo ilustró Alajuelense esta semana, aunque aplica igual para cualquier debutante talentoso, así en Saprissa como Herediano, el Real Madrid o el Barça. En todos los equipos alguna vez hemos visto jóvenes lanzados a la guerra y otros pulidos como Dios manda.

Entre una cosa y la otra, el mismo muchacho puede pasar de figura inesperada a culpable por la derrota, de habilidoso atrevido a inocente superado, de diamante en bruto a ¡qué bruto lo que hizo!

¿La diferencia? Favor devolverse al segundo párrafo.

Nos deshicimos en elogios con Daniel Villegas, su asistencia a gol en el primer minuto ante Herediano, la personalidad, el atrevimiento, el taquito en una posterior jugada, el ida y vuelta, la técnica, la gallardía, la capacidad para jugar de central, lateral izquierdo o volante. Es todo eso y más; no lo dudo.

Bien acuerpado por jugadores como Cubero, Meneses y Garrido, crecerá inevitablemente.

En cambio, en una oncena recién ensamblada, sin la mayoría de sus pilares, repleta de hombres –como él– deseosos por demostrar cualidades, podría convertirse de pronto en el novato al que le ganan la posición fácilmente y le cabecean en el área, para desgracia de otro que recién salió del cascarón como el guardameta Miguel Ajú, superado por una pelota picada justo frente a su narices.

El portero también se había llenado de palmadas en el hombro posjuego ante Herediano. Aunque sin mayores exigencias, el inesperado debutante había mostrado aplomo ante el debut más que repentino, el acoso florense y el estadio repleto. Tan solo cuatro días después, en Pérez Zeledón, volvió a salir lleno de palmadas, pero esta vez solidarias ante el dolor evidente en sus ojos inundados.

El valiente saldrá fortalecido del mal día. El inteligente aprovechará la lección que le regaló al fútbol la Liga.